Mundo Deportivo

JACOBSEN EMPATA

→ Fabio se impone por pura fuerza en el sprint de La Manga e iguala las dos victorias de Jasper Philipsen → Tensión entre los favoritos a la espera del examen que les espera hoy, con Valverde en el recuerdo de todos

- Celes Piedrabuen­a

La Manga del Mar Menor había preparado sus mejores galas para acoger el desenlace de la octava etapa de La Vuelta y vitorear a su gran ídolo, Alejandro Valverde, pero con lo que no contaban los aficionado­s era que el corredor del Movistar iba a tener que ver como ellos el final de este octavo asalto a través de la televisión y después de ser operado de forma satisfacto­ria de la rotura de la clavícula sufrida en la caída de la séptima etapa. Pese a esta baja sensible, las calles de La Manga del Mar Menor se llenaron de aficionado­s al ciclismo, que querían ver de cerca el paso de los corredores, animando a todos y cada uno de ellos y aplaudiend­o con fuerza el esfuerzo de los supervivie­ntes de la carrera, en un final que como estaba previsto se decidió al sprint. De hecho, en todas las llegadas previas de la ronda española a La Manga, éste había sido el desenlace de la carrera: con los triunfos del italiano Enzo Petrolani en 1966, del belga Freddy Maertens en 1977 y del francés Nacer Bouhanni en 2018.

Como en todo este tipo de etapas, la carrera constó de dos partes. Una primera hasta que restaban 36 kilómetros, instante en el que el pelotón neutralizó la fuga inicial de tres corredores que, como no podía ser de otra forma, estaba protagoniz­ada por tres integrante­s de los tres equipos invitados españoles a La Vuelta: Ander Okamika (Burgos-bh), Aritz Bagües (Caja Rural) y Mikel Iturria (Euskaltel-euskadi). Estos tres ciclistas no gozaron en ningún momento de una renta suficiente que les permitiera poder llegar a soñar con una llegada triunfal, y sólo la posible formación de abanicos producto del azote del viento podía alterar el orden natural de las cosas, pero no fue así.

El equipo Astana, con el campeón de España Omar Fraile e Ion Izagirre, pareció a 37 kilómetros de meta querer reescribir el guion original. Lo intentaron, pero no fue posible, y de esta forma el pelotón fue avanzando a toda velocidad por unas interminab­les carreteras y bajo un sol de justicia. La tensión se palpaba en el ambiente, dado el fuerte ritmo al que se iba y a las muchas rotondas que había en la carretera, hasta que entrados en los tres últimos kilómetros la tensión se rebajó, al menos para los equipos de los favoritos, sabedores de que en caso de caída sus líderes no perderían tiempo respecto a los primeros.

La duda estaba en saber qué sprinter se llevaría el gato al agua. Hasta ayer, Jasper Philipsen se había llevado dos etapas al sprint y Fabio Jakobsen una. Las apuestas estaban abiertas, pero a la hora de la verdad el neerlandés Jakobsen fue muy superior. Después de aprovechar el mejor trabajo de su equipo en el lanzamient­o logró un sensaciona­l triunfo, igualando a su rival belga y dando a su escuadra voraz, Deceuninck, la 50ª victoria de la temporada, por delante del italiano Alberto Dainese que buscó sorprender y casi lo hizo, en la que hubiera sido la segunda victoria seguida para su equipo, DSM, tras la de Storer en El Balcón de Alicante.

Poco después entraron los favoritos, relajando las piernas y con la mente puesta ya en la etapa decisiva que les espera hoy. Un día marcado en rojo en la hoja de ruta de los equipos, con casi 180 kilómetros, más de 4.500 metros de desnivel y hasta puertos por coronar, con el final en alto en la cota de categoría especial de Velefique y sus más de 13 kilómetros a una pendiente media del 6,4% y rampas de hasta el 15% ●

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FOTO: EFE Fabio Jakobsen tuvo tiempo incluso de celebrar la victoria
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