Saber acabar bien

Koeman sabe que pende de un hilo y además los resultados no le están acompañando. De hecho, no le ha acompañado casi nada. El holandés no es un técnico obsesionado por la táctica como Guardiola o Tuchel ,ni un líder carismático como

Klopp, tampoco un hábil manipulador de la comunicación como

Mourinho. Pero es un buen entrenador (su apuesta por el 3-5-2 gustará más o menos pero revitalizó a un equipo ‘tocado’) y, en la historia del Barça, es un héroe. Con su golazo de Wembley’92 le quitó al club la fama de ‘celebra-recopas’ y exorcizó los traumas de generaciones de culés que ya pensaban que se irían a criar malvas sin levantar una Copa de Europa.

Por todo ello, si tiene que salir merece ser despedido con elegancia y buenas formas. A veces las relaciones no cuajan pero no hay que liquidarlas con una tangana. A Koeman se le ha pedido la cuadratura del círculo con el Barça más pobre de los últimos tiempos y él no ha sabido encajarlo. No ha vendido humo y quizás debió hacerlo para ganar tiempo a la espera de los lesionados y del mercado de invierno. Defendió al club siempre pero fue muy frontal con un presidente que dudó de él y que es tan frontal como él. Y ya se sabe quién gana en estos casos. Fue tan sincero que dejó caer que sería un milagro ganar la Champions o la Liga, y eso en el Barça no se debe decir aunque se vea venir. También el Chelsea era un solar seis meses antes de ganar la Copa de Europa... Parece que se ha llegado a un punto de no retorno. Si es así, sólo queda acabar bien, a la altura del club y del personaje ●