Sin guardar las apariencias
Juanfran se incluyó en los intereses de su equipo comentando el partido de Copa
El miércoles, DAZN ofrecía el Real Sociedad-atlético de Madrid de Copa del Rey. Para acompañar a Fran Guillén en la narración la plataforma buscó la equidistancia con dos comentaristas que representasen a cada uno de los equipos. Aitor López Rekarte para la Real Sociedad y Juanfran Torres para el Atleti. Este equilibrio no es obligatorio, porque lo importante de los comentaristas es su capacidad de análisis del juego y que sepan comunicarlo bien a los espectadores. Pero lo cierto es que es una opción televisiva que resulta estética desde el punto de vista de la consideración de ambos equipos y, además, garantiza que los expertos son buenos conocedores de la idiosincrasia del equipo y del club.
En el minuto 41 de partido se produjo una situación anecdótica insólita. Juanfran, hablando de las especificidades del Atlético de Madrid, afirmó: “Necesitamos… o el Atlético de Madrid, perdón, necesita jugadores que busquen al equipo contrario…”. Por una inercia lógica, Juanfran se incluyó con la primera persona del plural en los intereses del equipo. Y rápidamente debió de considerar que en el rol de comentarista televisivo tenía que guardar las formas o las apariencias y corrigió la manera de referirse al equipo, llamándole por su nombre, estableciendo así una mayor distancia emocional. En la segunda parte la situación se repitió, pero ya optó por no rectificarlo. Al final, era la opción más espontánea y, además, a estas alturas no vamos a descubrir los vínculos emocionales de Juanfran con el Atleti.
La anécdota, sin mayor trascendencia, nos permite reflexionar sobre el tabú y la inercia de aparentar una actitud aséptica, una objetividad exquisita, a la hora de comentar el fútbol, que al final puede acabar generando mayores suspicacias. Mostrar con naturalidad un vínculo, siempre y cuando se ejerza el análisis desde el rigor, el respeto y la capacidad de autocrítica debería estar más valorado y bien considerado. En una cultura mediática donde los espectadores siempre ponen bajo sospecha a los comentaristas, quizá la sinceridad y la transparencia, la tranquilidad por no tener que disimular, habría puesto más en valor la profesionalidad y la capacidad de análisis que la habilidad por el disimulo ●