Decadencia y Renacimiento

Este Barça nos hace ser bipolares. Una semana queremos ver buenas sensaciones y en la siguiente, quemamos Roma. Los ciclos históricos enseñan que tras el esplendor llega la decadencia, pero cuesta acostumbrarse y asumirlo.

La era post Messi se contempla como una larga y paciente travesía en el desierto. Sin embargo, la evidencia apunta a que esto no es una transición sino una sangrante decadencia. Ver a Alba chutar las faltas que bordaba el astro argentino o Ansu Fati repitiendo la cadena de lesiones de Dembelé es trágico. Mientras tanto, en los despachos, no dejamos de perder activos por culpa del terrible legado de un presidente que hipotecó el club. Tal vez Laporta acabe como Nerón, abducido por los cantos de su lira y la corte de aduladores. Hay que tomar decisiones drásticas y no andar con paños calientes. Aquí no habrá renacimiento hasta que no se vayan las vacas sagradas. De momento, siguen campando a sus anchas, tanto en el terreno de juego como en el banquillo. Todos son amigos, pero el nivel competitivo sólo lo ponen los jóvenes.

Lo de Alba y los laterales clama al cielo, la eternidad de Busquets es insultante y la influencia de Pique grandilocuente. Esta presumible temporada en blanco, debe servir para intervenir con decisión y sin contemplaciones. La gratitud a unos jugadores no debe confundirse con la complacencia. Regalamos a Suárez, Messi, Griezmann, Countinho o Dembelé y pensamos en renovar a Sergi Roberto… Me temo que este no es el camino para alcanzar un nuevo esplendor ●