Mundo Deportivo

50 años del primer oro olímpico español

Paco Fernández Ochoa, en los JJ.OO. de invierno de Sapporo’72

- Celes Piedrabuen­a

“Cuando vi que mi tiempo era el mejor di abrazos a todos, me reía como un enano”

Siempre habrá un antes y un después en el deporte español del 13 de febrero de 1972. Ese día, en el monte Taineyama, en Sapporo (Japón), Paquito Fernández Ochoa (Madrid, 1950-Cercedilla, 2006) arrebató la gloria a Gustavo Thoeni en el slalom olímpico, imponiéndo­se al italiano con autoridad y logrando el primer oro para España en una cita olímpica, ya fuera en unos Juegos de verano o de invierno. Hoy se cumplen 50 años de aquella gesta, que supuso un trampolín para los deportes de invierno en España y para el deporte en general, y la mayor gloria deportiva para un apasionado de la nieve y del esquí alpino.

Francisco nació en Madrid, pero creció en Cercedilla, en la Sierra madrileña. Era el mayor de ocho hermanos y su padre Francisco Fernández, gerente de la escuela de esquí del Puerto de Navacerrad­a fue el primero que le inculcó la pasión por el esquí, aunque segurament­e su progenitor jamás pensó que su hijo haría historia. Disputó su primera competició­n internacio­nal en

1963 en el GP de Andorra, alargando su carrera hasta el 22 de enero de 1980 en Lake Placid (Estados Unidos) en el slalom que valía tanto para los Juegos Olímpicos como para el Mundial, finalizand­o el 22º. De por medio, 17 años dedicados en cuerpo y alma a su deporte, en los que acumuló un palmarés sensaciona­l. Destacan sus 37 títulos nacionales, 30 carreras en la Copa del Mundo –con cuatro podios y una victoria, Zakopane (Polonia)–, presencia en seis Campeonato­s del Mundo –con el oro de Sapporo que valía tanto para los Juegos como para el Mundial, y el bronce de St.moritz 1974– y cuatro Juegos: Grenoble’68, Sapporo’72, Innsbruck’76 y Lake Placid 1980.

En este lustroso palmarés reluce por encima del resto el oro de Japón, que logró con 21 años y que recordaba con estas palabras recogidas por la RFEDI: “En la primera manga decidí no apretar a tope. Hice 55 segundos y 36 centésimas, y metí a casi dos segundos a Zwilling, y pensé que,o yo había ido muy deprisa o él iba muy mal. Y bajaban los Thoeni, Bachleda, Palmer, Penz, Neureuther. ¡Coño, pues sí que lo he hecho bien! Ahí es donde empecé a concebir esperanzas de medalla”. Y en la bajada decisiva, “me lancé, sabía perfectame­nte el recorrido. Bajé de cine. Estuve a punto de caerme. Según avanzaba me daba cuenta que era medalla. Cuando vi que era el mejor sentí algo único. Daba saltos, me reía como un enano, daba abrazos a todos. Había metido más de un segundo a Thoeni. Yo llevaba la victoria en la cabeza, y eso es definitivo”.

Esta fortaleza mental es la que destaca Jorge García, hermano de Aurelio, coetáneo de Paquito, que en Sapporo fue 14º y con quien compartió infancia, juventud y pasión por el esquí. “Son tantos los recuerdos. A veces se dice que Paco tuvo suerte en Sapporo y yo me pillo un gran mosqueo . Existe la mala suerte, no la suerte. Detrás había un trabajo importante. Aurelio y Paco tuvieron un entrenador –Bernard Favre– que hizo mucho por el esquí español y por ellos. Paco ganó. Yo tenía 16 años, y para el equipo nacional fue una inyección de moral y dinero. Lo disfrutamo­s”.

A Jorge, no le cabe la menor duda que lo que tenía único Paquito era “la cabeza. Era competitiv­o no, lo siguiente. A nivel mental era superior. Físicament­e era muy ágil, pero no era un esquiador potente, y técnicamen­te era muy bueno, pero sobre todo era una fiera a la hora de mentalizar­se para la competició­n. No tenía complejos y siempre salía a ganar”. Tras tantos años, aventuras vividas, los recuerdos se agolpan en la mente de Jorge, pero él resalta que “era un tío muy sencillo. Cuando íbamos a los glaciares a entrenar tenía relación con todos los chavales. Viajaba, comía y entrenaba con ellos. No lo vi diferencia­rse de nadie. Mi hermano Aurelio siempre me dice que Paco en Sapporo hizo dos bajas extraordin­arias, y fue una maravilla”.

Una maravilla que aún hoy se recuerda con orgullo y cariño y de la que su hermana Blanca tomó el testigo en Albertvill­e’92. Después llegaron los bronces de Regino Hernández y de Javier Fernández en Pyeongchan­g 2018 y ahora la plata de Queralt Castellet en Pekín. Y, en el fondo y en la forma, toda esta historia de gloria y pasión empezó a escribirse un lejano ya 13 de febrero de 1972 en la pista del monte Taine ●

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FOTOS: COE,EFE Paquito Fernández Ochoa hizo dos bajadas sensaciona­les en Sapporo’72, que significar­on el primer oro olímpico para el deporte español
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