La segunda vida del renacido
→ Brock Crouch, un mago de los trucos del slopestyle en su tabla de snowboard, volvió a nacer cuando en 2018 sobrevivió a una avalancha que le dejó enterrado a seis metros bajo tierra
Brock Crouch es un habitual de los X-games y de la Copa del Mundo de slopestyle de snowboard, aunque sin suerte en los Juegos Olímpicos. No pudo estar en los de 2018 y tampoco ha entrado esta vez en el Team USA para los Juegos de Invierno de Pekín, pero sí ha tenido suerte para vivir una segunda vida y su historia, la de un renacido que escapó a una muerte segura, merece ser contada.
Crouch se gana la vida ejecutando trucos imposibles en los saltos del slopestyle. Hoy tiene 22 años y era un adolescente de 18 cuando volvió a nacer. Natural de Carslbad, en California, heredó de su lugar de nacimiento el amor por el surf que sigue practicando a alto nivel, pero descubrió el amor por la nieve y la tabla de snowboard en unas vacaciones en Mammoth Lakes. No era un caso extraño; son muchos los surfers que compaginan las olas con la vida de rider en la nieve. Se hizo profesional antes de cumplir la mayoría de edad y desde entonces alterna el surf y el slopestyle. Y así sigue, a pesar de que el 22 de abril de 2018 la nieve se lo tragó. Literalmente.
Ese día, Brock se montó en un helicóptero junto a unos amigos para ir a Whistler Mountain, en la Columbia británica canadiense, para filmar sus evoluciones sobre la tabla y grabar vídeos espectaculares con los que poder monetizar su impacto en las redes
La avalancha le enterró vivo y con la espalda rota, pero le encontraron
sociales. Abril no es un buen mes para la nieve, ya inestable y con tendencia a fundirse, pero Brock iba prevenido y equipado: llevaba un airbag y una baliza localizadora que activaría en caso de emergencia. Él abría el descenso, y justo al comenzar a bajar escuchó un estruendo a su espalda. Un segundo después, la avalancha era una realidad y Crouch se había convertido en una bola de nieve gigante, bajando a toda velocidad en medio del alud.
Intentó dar con la cuerda que activaba el airbag pero no lo logró. Oyó después un ‘crack’ en su espalda, y supo que estaba rota. La avalancha le desplazó 450 metros montaña abajo, y cuando al fin se paró, se encontró enterrado en la nieve, a seis metros bajo la superficie, completamente inmovilizado. Cerró los ojos y esperó el milagro.
Para su suerte, sus compañeros sortearon la avalancha y bajaron rápidamente a buscarlo, y el helicóptero que los había llevado presenció el accidente y pudo indicar el paradero aproximado de Brock.
Pasó enterrado en vida los minutos más largos de su vida. Cuando le sacaron, gritó para alertar que tenía rota la espalda y que tuviesen cuidado al moverlo. Tres vértebras fracturadas, el páncreas destrozado, cinco dientes rotos, pero no había daños neuronales, aunque sí psicológicos, pesadillas durante meses y crisis nerviosas. Seis meses después volvía a entrenar y competir, pero no ha sido capaz de volver a Whistler Mountain ●