El Nápoles, otra prueba de fuego
Partido a partido, decía Arantxa Sánchez Vicario cuando en su mejor época los periodistas ya en la primera ronda le preguntábamos qué rival prefería en la final. Seguramente que a Xavi Hernández nadie osará en preguntarle en la próxima rueda de prensa si se ve en la final de la Europa League, sobre todo después del empate en el último segundo en Cornellà. O si se lo preguntan no caerá en la tentación de responder como lo hizo el presidente Laporta unas horas antes del derbi, que se lanzó alegremente a pregonar las opciones del Barça de dar un zarpazo a Laliga.
No está el equipo de Xavi para ir por el mundo como iba antes cuando en sus filas tenía al mejor del mundo. Está para afrontar partido a partido, como decía Arantxa ,con toda la humildad, carita de víctima y mayor fe de la que puso el día del Linares. Especialmente porque el próximo adversario, el Nápoles, es uno de los equipos más fuertes de la Liga italiana. Tercero, a dos puntos del líder (Milan), y a uno del segundo (Inter). No es el más goleador, pero sí el que menos goles recibe (17 en 25 partidos). Un coco al que hay que tratar con respeto y siempre pensando que la eliminatoria es a doble partido.
Es una nueva prueba para el Barça, un examen para intentar recuperar prestigio en Europa y darse una alegría después delos fracasos en la Copa del Rey y en la Champions. Nada está escrito en el fútbol, pero sí se sabe que siempre brinda oportunidades para reivindicarse, y no hay nada mejor para un equipo en crisis de resultados que medirse a un rival de peso. Y el Nápoles lo es ●