Mundo Deportivo

Primoz Roglic y Jumbo-visma sacan músculo de cara al Tour

→ El esloveno conquistó el prestigios­o Dauphiné, carrera que su equipo dominó con mano de hierro

- Celes Piedrabuen­a

→ Dicen que una imagen vale más que mil palabras, y la de Jonas Vingegaard y Primoz Roglic cruzando la línea de meta ayer de la octava y última etapa del Critérium del Dauphiné cogidos de la mano indicaba no sólo la buena relación y respeto que hay entre el danés y el esloveno, sino la hegemonía que ha ejercido el equipo Jumbo-visma en la carrera. Una fotografía final de una prueba que hasta no hace muchos años era conocida como Dauphiné Libéré y que a buen seguro no pasó desapercib­ida para todos los rivales del esloveno en el próximo Tour de Francia. Quedan 19 días para el inicio de la ‘Grande Boucle’ en Dinamarca y se puede decir, a tenor de su rendimient­o y de sus propias palabras, que Roglic (32 años) llegará, a priori, como serio candidato a abrazar una gloria de París que se le resiste.

El ex saltador de esquí y triple ganador de la Vuelta (2018, 2019, 2020) tuvo que abandonar el pasado Tour de Francia a la primeras de cambio víctima de las lesiones que se produjo en una caída, y a la quinta buscará este año mejorar su segundo lugar de 2020, el que hasta ahora es su mejor resultado, con permiso eso sí, de su compatriot­a y gran rival, Tadej Pogacar, ganador del Tour en las dos últimas ediciones.

A principios del pasado mes de mayo todo eran dudas en el entorno de Roglic, a quien unas molestias en una de las rodillas le había impedido disputar la general de la Itzulia, le hizo perderse la clásica de las Ardenas e incluso no estaba clara su presencia en el Critérium del Dauphiné, pero tras lo visto en el que podría considerar­se, al menos históricam­ente, como el mejor test previo de cara al Tour, ‘Rogla’ parece haber superado las molestias físicas y vuelve a sonreír, arropado por un poderoso equipo que nada tiene que envidiar al Sky o Ineos de antaño, que dominaba las carreras como quería. Los Laporte, Van Aert, Vingegaard o Kruijswijk son los mejores escuderos que quisiera tener cualquier gran corredor.

Una hegemonía que ha quedado patente a lo largo de las ocho etapas del Critérium del Dauphiné, con las dos victorias de Van Aert, la última ayer de Vingegaard, la general de Roglic o la clasificac­ión por equipos, transmitie­ndo además una sensación de compañeris­mo, de buen rollo y de ambición en el seno de la formación neerlandes­a fuera de cualquier duda o suspicacia.

“Ganar el Dauphiné es grandio- so. Estoy encantado con la victoria final. También vinimos aquí para prepararno­s de cara al Tour de Francia. Vamos por buen camino. Todavía nos quedan unas semanas para dar los últimos retoques. Con suerte, todavía podemos mejorar un poco. Deberíamos estar listos para el Tour. Estoy feliz de que ya no me moleste mi lesión en la rodilla. Eso me da confianza”, señaló Roglic ayer después de abrazarse a Vinge- gaard.

Ahora, Primoz se tomará unos días de descanso y después iniciará una concentrac­ión en altura en Tignes (Francia), antes de llamar a la puerta del Tour, sin perder de vista lo que suceda en Suiza, Occitania y Eslovenia, donde sus otros rivales tratarán de alcanzar la forma óptima antes de que la caravana del Tour comience a rodar el primer día de julio por las calles de Copenhague ●

Ha dejado atrás sus problemas en la rodilla que mermaron su rendimient­o

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Foto: TWITTER Roglic, jefe de filas, cedió la victoria de etapa ayer a su compañero Vingegaard después de su trabajo en la subida final

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