Competir, sí, para ganar
Está muy bien competir. Y tener la posesión. Mantener el modelo, cuidar el estilo, mostrar fidelidad a unas raíces. Muy bien. Pero ¿para qué? Para ganar. El juego consiste en eso. Cada cual lo hace según la forma que cree, pero el objetivo no se varía nunca. Un partido de fútbol de elite se juega para ganar. No hay que olvidarlo, porque si no surgen malas copias, derivaciones, tergiversaciones del objetivo principal. No se juega para competir. Se compite para ganar. Ese es el deporte de elite, el espectáculo, el que millones de aficionados contemplan en directo o en un sillón con orejeras. Otra cuestión es la base, la educación o el inicio donde el juego forma parte de la diversión, del esfuerzo, de la solidaridad. Todo puede mezclarse, pero hay un deporte top de resultados y otro que forma parte de un proceso educativo.
EL BARÇA NO PUEDE CONFORMARSE CON
competir. Lo ha hecho siempre, menos en la pasada temporada, en la que no tuvo posibilidad de acceder a ninguno de los grandes títulos. Antes, mejor o peor en la última década, siempre luchaba por la Liga y la Copa y el vestuario decidía lo que le alcanzaba para la Champions, ya que era capaz de golear en las idas y ser goleado en las vueltas. Llegado el caso de no lograr un segundo triplete en cuatro años tan solo por un gol. En el Barça no solo se puede estar orgulloso por competir. Hay que hacer todo lo posible por ganar. A su estilo, con su forma de actuar, pero con el objetivo claro. No sirve solo con competir, se venga de donde se venga. Cumplir es incompleto.
HAY QUE JUGAR PARA GANAR
en los córners, a favor y en contra; en las faltas directas (no puede ser pasar 500 días sin un gol de falta) en los remates a puerta (esté Neuer u otro delante) en los regates para ganar posición, en la presión para robar la pelota, en defensa con la contundencia necesaria y en el medio para llegar arriba. Hoy, competir forma parte del salario, no es un plus. Ganar partidos y títulos es el objetivo. Y hay que aplicar las formas para conseguirlo, no quedarse a mitad de camino ●