Que la verdad no estropee un buen titular
Esta es una realidad del periodismo, especialmente del deportivo y muy concretamente en las etapas de fichajes. Los medios se lanzan a dar nombres de futbolistas que puedan estar sujetos a un interés de los grandes clubs, principalmente del Barça y el Real Madrid, que les permitan publicar una portada que atraiga la atención de sus lectores, oyentes o telespectadores. En muchos casos y a pesar de tener verosimilitud la información, no se acaba produciendo. A pesar del aluvión de este tipo de noticias que se suelen publicar, los departamentos de comunicación de los clubs no se detienen a emitir ningún comunicado que los desmientan, porque forman parte de la rueda del fútbol.
Este “modus operandi” acostumbra a utilizarse para negar informaciones más del ámbito institucional. Algo que ha sucedido esta misma semana con motivo de la publicación por parte de El Mundo del Siglo XXI de una serie de capítulos dedicados a Messi, Piqué y Neymar, después de tener acceso a la documentación del sumario del caso “Barçagate”.
Como se trata de un asunto sometido al secreto judicial, uno de los afectados, el ex CEO del Barça, Òscar Grau ya ha anunciado la presentación de una querella por haber incumplido dicho secreto. A la par que el club blaugrana hacía público el correspondiente comunicado, en que no se negaba la información, por ser cierta, pero sí que en cambio anunciaba la correspondiente querella.
Con toda la documentación a la que han tenido acceso los periodistas autores de la noticia Orfeo Suárez y Esteban Urreiztieta se ha podido constatar la certeza de una información sobre el salario de Gerard Piqué, que hizo público un servidor en enero pasado en el programa ‘Onze’ del canal de televisión Esport3. El propio Orfeo, en sendas intervenciones radiofónicas en RAC1 y Catalunya Ràdio, corroboró que entre los veintiocho millones anuales que desvelé como cifra del contrato de Piqué y la copia de un extracto bancario que publicó en las redes sociales el defensa barcelonista, la razón estaba de mi lado. Algo de lo que no tuve ninguna duda, porque se apoyaba en una documentación absolutamente veraz, que posteriormente otros medios como L’equipe corroboraron al cien por cien.
Finalmente Gerard, especialista en meterse en mil jardines, me acusaba, sin conocimiento de causa, que utilizase una televisión publica para ayudar a los amigos. Para acabar sentenciando, con la arrogancia que le caracteriza, que me respetase más.
Pero lo más sorprendente del caso es el ensañamiento con que se empleó el FC Barcelona, con la emisión de un comunicado oficial de desmentido, en que ponía en duda una profesionalidad ejercida durante cuarenta años y amenazaba con ejercer medidas judiciales si no desmentía la información, cosa que no hice. A la par que variopintos personajes relacionados con el club, como el adjunto a la presidencia Jordi Finestres, inductor de la campaña, el patrono de la Fundación Barça, el variopinto catedrático de economía Xavier Sala Martín yel activo directivo en las redes Miquel Camps se explayaban con tweets críticos contra mi persona, sin que a día de hoy se hayan disculpado como correspondería.
Todo era cuestión de matar al mensajero a costa de convertir una verdad en mentira, con la finalidad de negar a los que les puedan resultar incómodos por no seguirles el relato