La verborrea en el adiós de Federer
Saber mucho de tenis no exime de detectar cuándo las imágenes deben hablar
El viernes por la noche éramos testigos del último partido de Roger Federer. Un adiós que quiso compartir con Rafa Nadal en la pista en la laver Cup. manuel Poyán lo narraba en Eurosport con los comentarios de Fernando murciego .Si bien durante el partido aceptamos el relato sin pausa de Poyán, a partir del momento que se terminó el encuentro y empezó la despedida, la constante verborrea del narrador entorpeció al espectador la emoción del homenaje. Estaría bien detectar cuándo el entorno, la intensidad visual y la emotividad de las circunstancias superan el valor de las palabras. Y más aún si la prolijidad del discurso está desconectada del tono y el sentimiento que se respira en el directo. “¡Qué les vamos a decir que no estén viendo ustedes!” admitía el propio Poyán al inicio. Quizá se trataba de eso. De ceder el protagonismo a las imágenes y al sonido ambiente cuando las palabras sobran. El silencio también tiene valor si es para dejar que el espectador conecte con el clima emocional del evento. Teníamos a Federer sollozando, a Nadal con lágrimas en los ojos y a Poyán contando que él ya vio debutar a Borg .La locuacidad de Poyán impedía conectar con la sensación en el estadio, la atmósfera más sentida. El narrador asumió callarse cuando empezó a cantar Ellie Goulding, pero antes de que terminara la canción volvió a hacer gala de su facundia. El realizador no abusó del plano de los dos mejores tenistas de la historia llorando ni se regodeó en un Fedrerer al que le faltaba el aire por el llanto, pero era un plano impactante. Poyán, lejos de imbuirse de la sensibilidad del momento, soltó: “A ver si Djokovic les anima con algún chiste!” o “¡Federer igual mandará a sus hijos a la academia de Nadal!”. Con el melodrama en pleno auge, Poyán se iba por los Cerros de Úbeda: “¡Con 14 años se fue a vivir a Lausanne y le fue bien para mejorar su francés!”. Es indiscutible que Poyán es un pozo de sabiduría tenística. Pero en el clímax de los grandes instantes del deporte, en circunstancias históricas, debería tenerse en cuenta la emoción, los tempos, la sensibilidad y la potencia anímica del contexto. Es clave entender la importancia del silencio, no truncar el clima y conceder a las imágenes y a los protagonistas la fuerza y la magnitud que por sí mismas desprenden ●