El vaticinio de Eduard Romeu que le perseguirá en Pilsen
La junta directiva del Barça impone un relato que siempre es de color negro cuando mira al pasado y siempre es de color rosa cuando pronostica sobre el futuro. No es una exclusiva de los actuales dirigentes. Cada uno usa el ventilador esparce-mierda a su conveniencia mientras pinta un futuro de Disneylandia gracias a su gestión. Es de manual de primero de Comunicación Política aplicada al Barça. Así, el presidente hablaba de repetir sextete pero no contaba con que, en todo caso, será con la Europa League. Lo del vicepresidente Eduard Romeu, el día que presentaba los números, se balancea ahora entre lo ridículo y el tierra trágame. Ese 6 de octubre, dos días después de perder en San Siro (1-0), con el gol anulado a Ansu y el penalti no señalado por manos de Dumfries, Romeu transmitió un mensaje de seguridad. “El que se preocupe por el tema de la Champions, me avanzo: tranquilos porque ganaremos los tres partidos y se acabó el problema”. Ilusionar es gratis, pero entre vender optimismo y vivir en las nubes hay mucho trecho. El Barça dependía de sí mismo, pero tenía que ganar al Inter en el Camp Nou, vencer al Bayern y viajar a Pilzen para asegurarse el objetivo de mínimos en Europa: llegar a octavos. Pero a pesar de los buenos augurios, el vaticinio fue un gran error. Desastroso empate ante el Inter (3-3), lamentable revolcón con el Bayern (0-3) y hoy partido en Pilsen con Iñaki Peña, Pablo Torre e Ilias porque el tercer encuentro en liza ya no sirve para un pimiento. Pero “tranquilos”, patada a seguir. Queda la Liga, la Copa, la Supercopa y vamos a por la Europa League… Al 200% ●