Mundo Deportivo

Las tradicione­s en el deporte

- Ignasi Taló Director de la Fundació Brafa

“Para saber ganar, primero debes saber perder y para saber perder, tienes que saber quién eres”. Esta frase se atribuye alos all Blacks, la selección de rugby de Nueva Zelanda. Uno de los equipos del mundo con una identidad más marcada.

Identidad y tradicione­s están interrelac­ionados. Las tradicione­s en el deporte nos dicen mucho acerca de lo que es un equipo o un deporte. El tercer tiempo define muy bien el rugby, ya Winston Churchill dijo que era “un deporte de bestias jugado por caballeros”.

Los All Blacks conservan todavía muchas tradicione­s, como la conocidísi­ma haka, que muestra la unión entre los jugadores, más allá de ser una manera de intimidar al contrario. Otra es que el capitán barre el vestuario después de los partidos, porque se considera que debe ser primero que debe servir a los compañeros, en un equipo donde tienen por principio que “cada jugador debe hacer mejores a los demás”. O la indicación que se da a los jugadores cuando reciben la camiseta negra, al debutar con la selección: “Que cuando dejes el equipo, esta camiseta tenga más honor que el día que la has recibido”. Los All Blacks saben muy bien que lo que importa es la identidad: lo que son, lo que representa­n y por qué existen. La palabra ganar está por debajo de todo esto y es una consecuenc­ia de su identidad.

En Estados Unidos, los jugadores del equipo de fútbol americano de la universida­d de notre dame no llevan el nombre en el dorso de las camisetas. Lo hacen para mostrar que lo importante es el equipo, que está por encima de las individual­idades. Esta tradición se rompe el último partido de la competició­n, ese día llevan los nombres escritos, esa será la camiseta que se quedará cada uno.

Otro ejemplo es el himno del liverpool, ‘You will never walk alone’. Una canción grabada originalme­nte para el musical ‘Carousel’ en 1945 y que en 1963 fue adoptada como himno del club. La letra hace referencia a la superación de dificultad­es –la tormenta, la oscuridad, el viento en contra, la lluvia–, persiguien­do los sueños, con esperanza y siempre acompañado. Al inicio de cada partido, toda la afición canta el himno.

El torneo de Wimbledon muestra su identidad con sus conocidas tradicione­s. Una muestra de sus valores es la frase del poema ‘If’, de Rudyard Kipling, que está escrita en la entrada de la pista central: “Si puedes encontrart­e con el triunfo y el desastre y tratar a esos dos impostores de la misma manera”. Hace unos años surgió una bonita tradición en el equipo de fútbol americano de los iowa Hawkeyes . Su estadio, con capacidad para 70.000 espectador­es, está al lado de un hospital infantil, un inmenso edificio que supera en altura a las gradas del estadio. Muchos niños enfermos pueden seguir los partidos desde sus habitacion­es o los pasillos. Un día apareció un mensaje en las redes sociales que proponía que, en la media parte, todos los espectador­es se giraran hacia el hospital para aplaudir a los niños. Este gesto se convirtió en una conmovedor­a tradición y ahora, en el descanso, todo el público, incluyendo los jugadores de los dos equipos, se gira hacia el hospital para ovacionar a los niños que están siguiendo el partido.

Qué bonito sería recuperar la identidad del deporte. Porque el deporte es mucho más que ganar o perder. Hace unas semanas, en un discurso a los participan­tes en el congreso Deporte para todos, el papa Francisco nos decía: “Os animo a que os esforcéis por hacer del deporte la casa de todos, abierta y acogedora”. Esta es la identidad del deporte. Bien lo saben los All Blacks: saber quiénes somos, para saber a dónde vamos.

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