Cuanto más maduro, mejor
Stephen Curry es, como muchos de los que integran esta lista, un veterano (34 años) en el presunto ocaso de su carrera. Pero en cualquier caso es un ocaso espectacular, porque continúa siendo un jugador determinante y sus cifras, de hecho, son cada vez más llamativas.
El de Ohio sumó en 2022 su cuarto anillo de campeón de la NBA comandando a los Golden State Warriors y, por vez primera en su dilatada trayectoria, lo hizo como MVP de la final: en el duelo definitivo que le enfrentó a los Boston Celtics (4-2 para los californianos) promedió 31,2 puntos, seis rebotes, cinco asistencias y dos recuperaciones por partido.
No fue la única barrera personal que rompió a estas alturas de su carrera. En enero, con 21 puntos en el último cuarto forjados en siete triples, batió su marca personal en el parcial final de un partido. En el All Star Game de febrero, que ganó por un escandaloso resultado de 163-160, Curry metió 50 puntos con 16 triples y mereció los honores de MVP. Y continúan las estadísticas escandalosas: más de 20.000 puntos anotados en su carrera, top-ten histórico en asistencias…
Ni siquiera una inoportuna lesión en el ligamento y que le tuvo inactivo más de un mes hizo que sus prestaciones disminuyeran. Ya en playoff, ante los Grizzlies, se convirtió en el primer jugador de la historia de la NBA en superar los 500 triples.
Más allá de ser unánimemente considerado como el mejor tirador que haya dado el baloncesto, y de cambiar para siempre la percepción de lo que se considera un rango de tiro asumible, Stephen demostró este año que su influencia en el campo va mucho más allá de la anotación. Su capacidad de liderazgo, la asunción de responsabilidades en los momentos clave y su capacidad para facilitar el juego de sus compañeros son asimismo determinantes. Y nada hace prever que vaya a aflojar su endiablado ritmo ●