Y apareció el Laporta sin miedo
Estaba echando de menos este Joan Laporta. Estaba pensando que la transformación no solo había sido física sino también mental, de carácter, el Laporta “echao pa’lante” que dicen en mi tierra. Estaba descubriendo un presidente cambiado, nada que ver con el que esperaban los más de 30.000 socios que lo votaron por segunda vez para presidir al Barça. Aquel, que en 2008 pronunció un discurso pidiendo a las peñas y a todo el barcelonismo que no se dejara embaucar, aquel del “que no estamos tan mal hombre”, el mismo de “pit i cullons”. Este Laporta ,que unas horas antes del partido contra el Athletic, envió un tuit suavísimo a los culés pidiendo que estuvieran tranquilos, que el club era inocente y víctima de una compaña contra la honorabilidad “en la que ahora ya están todos”, no era el Joan sin miedo de su primer mandato. Me preguntaba cómo es que este presidente no se había marchado del palco de San Mamés cuando escuchó los gritos unánimes de “a Segunda” o cuando lanzaron imitaciones de billetes con los colores azulgrana y la palabra “mafia”. Aquel Laporta lo habría hecho. Y me seguí preguntando por qué este Laporta del
2023 no habría suspendido ya la comida con la directiva del Madrid en la previa del Clásico del domingo. El barcelonismo, ante la quema de su imagen, espera de su presidente actuaciones enérgicas, no mensajes blandos a través de redes sociales. Ser pasivo sobre un caso que también lo salpica, aunque para él haya prescrito, llama mucha la atención y no despeja sospechas. El caso por el que está siendo perseguido e investigado el club no solo exige la unidad del barcelonismo sino también transparencia y firmeza. La declaración de guerra lanzada ayer anunciando que luchará a fondo ante todos los enemigos es lo que esperaban los culés ●