El Barça es pasar dos noches sin dormir para ir a Bilbao

Esta es la historia real. La de un culé cualquiera, un socio que estrenó el carnet cuando Fusté y Pereda luchaban por ganar una Liga que siempre les fue esquiva. Ahora, prejubilado, con más de 60 años, sigue el Barça por donde puede. Se apuntó a la peña de su localidad para ir a animar el equipo de Xavi en San Mamés. El desplazamiento, en autocar, es de ida y vuelta el mismo día. La pensión no da para más. El plan era salir de Barcelona a las 4 de la madrugada del domingo, llegar para comer a Bilbao, pasear, ganar y volver. A las siete de la mañana del lunes se ponía en la cama. Con los tres puntos de oro, contento por no haber dejado solo el equipo en un ambiente tan hostil. Él sabe que, a nueve puntos del segundo, la visita del Madrid se puede tomar con una cierta serenidad. El Barça todavía es esto. La ilusión. Incondicional. Es la niña que pisa por primera vez el Camp Nou y le faltan manos para tanto ‘selfie’. Es la familia que va entera a ver las exhibiciones del femenino en el Johan Cruyff. Es el abonado del Palau que aplaude a rabiar al equipo de Saras, a pesar de las tres derrotas consecutivas. Es amor infinito a unos colores, por más que caigan chuzos de punta sobre el Barça. La torpeza de cuatro presidentes consecutivos de no caer en la cuenta de las consecuencias que podía conllevar contratar informes futbolísticos al hijo de quien era vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros, ha manchado la imagen del club. Los enemigos, unidos,mojan pan pensando que será el fin del Barça. Pero la gente -con la pasión siempre muy por encima de los dirigentes- nos salvará. Suerte de los aficionados ●