ADIÓS A UNA LEYENDA
→ Federico Martín Bahamontes, primer campeón español del Tour, falleció a los 95 años → Hizo historia en 1959, fue el rey de la montaña y un rebelde con causa que nunca se calló
→ Federico Martín Bahamontes (9 de julio de 1928, Santo Domingocaudilla, Toledo) murió a primera hora del martes a la edad de 95 años en su residencia de Valladolid, ciudad que lo acogió con los brazos abiertos en el inicio de la pandemia del coronavirus y en la que ‘El Águila de Toledo’ pasó los últimos años de su vida.
Pierde de esta forma el ciclismo a uno de sus grandes referentes, al primer ganador español del Tour de Francia, en el año 1959, y al considerado como uno de los mejores escaladores de todos los tiempos.
A un ciclista diferente, de otra época, a un corredor único, cuyas gestas han perdurado en el paso del tiempo y que siguen siendo un referente para las nuevas generaciones y para los nostálgicos. Un corredor que destacó en la montaña y que nunca lo tuvo fácil. Un luchador que encontró en el ciclismo una vía de escape, la mejor forma de expresarse.
Un rebelde con causa, que disputó su primera carrera en 1947, 60 kilómetros entre Toledo y Torrijos, que quiso ser ciclista pese a que todo lo tenía en contra, tal como él mismo señaló en más de una ocasión con frases y declaraciones sinceras, realizadas desde lo más profundo de su corazón y que en el fondo también resumían el sentir de toda una generación, de la España de entonces. “Pasé hambre y comí gatos, por eso fui ciclista” declaró en más de una ocasión.
Tras su debut en Toledo, dos años después, todavía como aficionado, quedó segundo en la Vuelta a Albacete, proclamándose rey de la montaña, dejando ya constancia de la clase que atesoraba en sus piernas y de su fuerte carácter, que siempre tuvo claro que quería dejarse notar, que no quería pasar desapercibido. Su verdadero nombre era Alejandro, pero un hermano de su padre se empeñó en que se llamara Federico como él e insistió tanto que al final todo el mundo lo conoció por Federico y no por Alejandro y más por el apellido materno que por el paterno, porque como él decía “Martín había muchos, pero Bahamontes solo yo”.
Toda una declaración de intenciones de la personalidad de un ciclista enorme, gigante, que pasó al profesionalismo en 1952, por más que los servicios médicos de la Federación Española dijeran que no era apto para el ciclismo.
La misma federación que en 1955 le multó con la retirada de la licencia y 5.000 pesetas después de que Bahamontes pidiera dinero por correr el Campeonato de España de 1955. Fue tal su cabreo por la respuesta de la federación que el toledano amenazó con nacionalizarse francés. Parece ser que su mujer, Fermina, con la que estuvo unido toda la vida y no tuvo hijos, pagó la multa.
Por fortuna, el seleccionador nacional de 1954, Julián Berrendero, le incluyó en la selección española para disputar el Tour de Francia (entonces se corría por selecciones) después de que ganara el Gran Premio de Niza. Sin saberlo, Berrendero acababa de editar uno de los libros más gloriosos de la historia del ciclismo, cuyas páginas en blanco iba a escribir con sangre, sudor, lágrimas, esfuerzo e infinidad de anécdotas Federico Martín Bahamontes. En su debut acabó el 25º de la general, pero ya conquistó su primer maillot de la montaña, y no sería ni mucho menos el último.
Disputó diez ediciones del Tour de Francia. Ganó la de 1959. Fue 2º en la de 1963, 3º en la de 1964 y 4º en la de 1965 y fue el rey de la montaña del Tour hasta en seis ocasiones (1954, 1958, 1959, 1962, 1963 y 1964).
No tuvo tanta suerte en el Giro (dos abandonos y el 17º lugar de 1958 como mejor resultado), ni en La Vuelta (su mejor resultado fue el 2º lugar de 1957), pero en ambas rondas también fue el mejor en la montaña.
Prolongó su carrera hasta 1965, año en el que iba a protagonizar otra de sus grandes anécdotas cuando en su último Tour, ni corto ni perezoso, en la segunda etapa pirenaica, se retiró porque no cobraba, desmintiendo las voces que decían que lo había hecho porque ya no podía seguir a los mejores. “Se lo venía advirtiendo a los patronos de mi equipo, el Margnat Paloma (con el que corría desde 1962), cobro o me bajo de la bicicleta y la publicidad gratis os la hacéis vosotros”.
Meses más tarde colgaría definitivamente la bicicleta después de hacer 2º en la Escalada a Montjuïc, por detrás de Raymond Poulidor, como último y gran resultado, poniendo fin a una carrera de leyenda, en la que obtuvo 41 victorias, y lo más importante, creándose una aureola de mito del ciclismo que va a perdurar para siempre. Descanse en paz.
Un triunfo que abrió el camino a
“Pasé hambre y comí gatos, por eso fui ciclista”, explicaba ‘El Águila de Toledo’
Luis Ocaña (1973), Pedro Delgado (1988), Miguel Indurain (de 1991 a 1995), Óscar Pereiro (2006), Alberto Contador (2007 y 2009) y Carlos Sastre (2008), los otros ganadores espaoles de la ronda gala.
El último de los pioneros
Con la pérdida de Federico Martín Bahamontes el deporte español despide al último de los grandes pioneros del deporte español que con su talento y tesón mostraron el camino a las nuevas generaciones de jóvenes
Hoy en día el deporte español, los deportistas españoles, son un referente, una garantía de éxito en casi todas las competiciones en la que toman parte. Esta situación de privilegio es posible gracias a que en su día alguien dio un paso al
Se bajó de la ‘bici’ despidiéndose de su último Tour porque su equipo no le pagaba
frente, a que en su momento hubo avanzados a su tiempo que desafiaron las leyes de la lógica de antaño y triunfaron en sus respectivos campos.
Como Federico Martín Bahamontes, fallecido a los 95 años, el primer ganador del Tour de Francia en 1959, que mostró el camino a muchos otros jóvenes ciclistas que como él soñaban en grande.
Con su muerte el deporte español se queda cojo y su pérdida se suma a la de grandes pioneros del deporte español que ya no están entre nosotros, pero cuyo legado sigue vigente. Como Ángel Nieto, Severiano Ballesteros o Manolo Santana, por ejemplo ●