Prohibido invocar a Cruyff

Cuando el sábado escuché a Xavi apelar al cruyffismo como arma para ganar la Supercopa ante el Madrid me eché a temblar. El último entrenador que lo hizo fue Quique Setién y su bazofia acabó con un 2-8 en Lisboa, el doble del 1-4 de Riad. Apelar a un sistema o una idea del siglo pasado como astucia para conquistar un objetivo es tanto como aplicar cataplasmas para curar una apendicitis.

A lo largo de la temporada no hemos escatimado críticas al sistema de Xavi, que es inútil por lento e inviable por oxidado. Esos 40 metros que dejan los defensas a sus espaldas no podían acabar de otra manera que en desastre. Ya modestos como Alavés, Almería y Celta castigaron en Montjuïc la osadía de dejarles medio campo para contragolpear, mientras los de Xavi se cerraban ellos mismos los espacios con ese obsoleto e inoperante juego horizontal.

El fútbol ha cambiado y este empecinamiento en seguir llevando el ADN Barça o el cruyffismo por bandera solo conduce a fracasos sonados. El último gran intérprete fue Guardiola, pero ahora su City campeón del mundo exhibe un fútbol rápido y vertical. Pep no es tonto y ha sabido evolucionar. En Riad, la estadística más reveladora es la de pases en el último tercio de campo, donde se fabrican los goles. El Real necesitó 130 pases para rematar 18 veces y marcar 4, mientras el Barça necesitó 186 para rematar 12 veces y hacer un gol. Conclusión: Ancelotti sabe a qué juega su equipo y sus jugadores le creen, mientras Xavi está hecho un lío y de sus jugadores mejor no hablar. El desastre está servido ●