Arabia Saudí, ‘sportwashing’ y Rubiales
Hay tres temas intrigantes en relación con Arabia Saudí. El primero es su silencio ante el conflicto de Gaza; el segundo, su obsesión por formar parte de la sociedad de naciones democráticas al coste que sea, y el tercero, relacionado con el segundo, su obsesión por atraer con fabulosas cantidades de dinero a las más rutilantes estrellas del mundo del deporte en una clara y descarada práctica del sportwashing.
En España sabemos de qué va este tema desde hace ya varios años, cuando la RFEF dirigida por Luis Rubiales decidió que se jugara allí la Supercopa de España, en contra de la opinión de muchos aficionados, clubes y deportistas. En los dos últimos años en plena polémica por la presencia de equipos españoles en aquella polémica finalísima, golfistas como Sergio García y Jon Rahm, el piloto Fernando Alonso o el tenista Rafael Nadal se han unido a la cruzada saudí. Son libres de hacer lo que crean, faltaría más, pero es de suponer también que saben que en aquel país hay ejecuciones, lapidaciones, amputaciones y torturas a homosexuales.
Ahora, cuando trasciende que la Guardia Civil sospecha que Rubiales pudo utilizar su ‘business’ en Arabia Saudí para cometer presuntamente delitos relacionados con la corrupción en los negocios, administración desleal y blanqueo de capitales, el debate de la Supercopa de España debería replantearse. Más allá de lo que pudieran hacer los saudís, lo importante es renunciar a aquel contrato y esperar las indagaciones policiales y decisiones judiciales que vayan a determinar y determinen qué pasó. Este caso debería ser suficiente para romper los lazos de la RFEF con Arabia Saudí. Por si acaso ●*