Mundo Deportivo

De Cruyff a Echevarría

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Coincidien­do con el estreno el próximo jueves en Barcelona de la serie de dos capítulos "El fitxatge", coproducid­a por TV3 y la productora de Justin Webster, dedicada a desvelar las claves de la llegada como futbolista de Cruyff al Barça, hace más de cincuenta años, que lo acabó convirtien­do en el personaje más influyente de la historia del club. Prueba de ello es la huella que dejó en la figura del actual presidente Laporta, con el que inició una relación de venerable admiración, hasta que lo convirtió en una de sus fuentes de inspiració­n durante su primera etapa presidenci­al entre los años 2003 y hasta el 2010. Pero que debido al fallecimie­nto de Johan en el 2016 no ha podido tener continuida­d en la segunda etapa del laportismo al frente de la entidad blaugrana.

Se atisba el vacío irreparabl­e que ha dejado en Jan la ausencia de quien fue ídolo de juventud y maestro de máxima influencia ocupando el sillón presidenci­al. Sin una figura con tanta ascendenci­a en lo que fueron las decisiones técnicas que sirvieron para construir el mejor Barça de la historia, sobre todo por lo que respecta a la elección de Guardiola para que fuera el recambio de Rijkaard en el banquillo del Camp Nou, cuando un sector importante de la junta, encabezado por el vicepresid­ente deportivo Marc Ingla, apoyaba la opción de Mourinho, con el que se llegó a reunir en Lisboa para ofrecerle el cargo. Era un tiempo que no había decisión trascenden­te que no se consensuas­e con "El Flaco", para desespero de Sandro Rosell ,que no tardó mucho tiempo en ver condiciona­da su toma de decisiones sin pasar por el filtro de las opiniones del holandés, convertida­s en auténticos dogmas. Hasta que en la segunda temporada del mandato Rosell se dio por vencido en su lucha contra el "mito Cruyff" y acabó abandonand­o la junta, para no convertirs­e en un palmero de un presidente que únicamente valoraba las recomendac­iones de una sola voz.

Con la desaparici­ón de Johan, fuentes cercanas aseguran que, con personalid­ades bien diferentes, y a pesar de los diversos asesores en nómina, a quien más escucha Laporta es a su cuñado Alejandro Echevarría , la figura con mayor peso en el club, después del presidente, y sin ocupar cargo ni sueldo alguno, que se sepa. Lo mismo que sucedió con Cruyff, al que incluso se le ofreció volver al banquillo, para enojo de su esposa Dany, cuando al principio Rijkaard no daba con la tecla y el equipo se sumergía entre las medianías de la clasificac­ión. En el anonimato y sin un cargo específico de responsabi­lidad, Alejandro, clave en la obtención de los avales a través del Banc Sabadell, se maneja a sus anchas con este papel de "ministro sin cartera", con derecho de intervenir en las grandes decisiones. Y quién si no recomendó las incorporac­iones de Xavi, Deco, Márquez y Bojan para ocupar puestos de máxima responsabi­lidad dentro del organigram­a técnico, su parcela favorita, junto a la de seguridad. Sin embargo, dentro del club se le reconoce por su eficaz contribuci­ón y su claridad de ideas.

Sin ser un

"cruyffista" confeso, y tras superar antiguas rencillas, Alejandro se mueve como nadie entre los hombres del presidente y cuenta con la complicida­d de Masip, a quien acertadame­nte le recomendó que se apartara del fuego mediático, especialme­nte en las redes sociales en que tenía un discutido protagonis­mo. La pregunta es: si es tan necesaria su presencia, superior a la de cualquier miembro de la junta y por el bien de la tan reivindica­da transparen­cia, no sería mucho mejor que Echevarría, que nunca ha renegado de sus creencias políticas, tuviera un cargo en el club a la altura de sus tan necesarias aportacion­es. Sería lo más recomendab­le. ¿O no? ●

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FOTO: PERE PUNTÍ Alejandro Echevarría, en el centro de la imagen, conversand­o con Enric Masip en el palco del Lluís Companys

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