El coleccionista de camisetas
Jackson Irvine, capitán del St. Pauli que acaba de ascender junto con el Holstein Kiel, es como un aficionado más, un tipo peculiar que viste camisetas de otros futbolistas a los que admira
Para vestir la camiseta del St. Pauli se debe estar hecho de una pasta diferente. El club alemán que acaba de ascender a la máxima categoría, es considerado el exponente del progresismo por su defensa a ultranza de los colectivos LGTBI+, de los inmigrantes, de las minorías étnicas y de cualquier escenario donde el pequeño se vea aplastado por uno mayor. Y en ningún otro sitio, Jackson Irvine (7/3/1993, Melbourne, Australia) no podría sentirse más cómodo.
Coleccionista y músico
Su forma de pensar y ver el mundo encaja con el entorno social, cultural y profesional que ha encontrado en el club de Hamburgo: “En todos los vestuarios en los que he estado a lo largo de mi carrera ha habido vacilación para hablar sobre temas sociales. Estar en un club como el St. Pauli me permite tener una implicación social con valores unida a una cultura futbolística” ha manifestado.
Irvine siempre quiso ser futbolista. Desde que se hizo una foto con el extremo de Leeds y Liverpool Harry Kewell, estrella de los Socceroos, vestido con la camiseta de Australia cuando era un niño. Sin embargo, si el fútbol no hubiera funcionado, Irvine bien podría haberse dedicado a la música. Comenzó a tocar la guitarra a la edad de cuatro años y tocó en varias bandas. Reconoce que no hay nada mejor que saltar al estadio Millerntor mientras suenan los primeros compases de ‘Hell Bells’ de AC/DC.
Además de la música, su otra gran pasión es la colección de camisetas clásicas de futbolistas a los que admira: futbolistas con carácter (Stoichkov o Hernán Crespo), fieles a sus ideales (Viduka) o comprometidos con diferentes causas (Okocha). Se desconoce la cantidad exacta que atesora pero suele vestir una diferente en cada concentración, sea con su club o con Australia.
Es, además, un icono de la moda. Varias marcas de ropa fabricada de forma sostenible y con materiales no contaminantes se disputan su imagen. Ha aparecido en revistas de tendencias y, como atleta Adidas, la marca alemana lo ha contratado para una campaña de moda deportiva de estilo retro muy acorde.
Malestar por el Mundial 2022
Antes de recalar en el club de un distrito obrero de Hamburgo, Irvine llegó a Europa a través del Celtic de Glasgow en 2012. Pero en el club escocés solamente jugó un partido y fue cedido al Kilmarnock y al Ross County. Pasó por el Burton Albion, el Hull City de la Championship inglesa y el Hibernian escocés hasta que en 2021 fichó por el St. Pauli ya en la categoría de plata.
Debutó con Australia en 2013 y formó parte de la plantilla en el Mundial de Rusia de 2018, pero fue en el de Qatar’22 donde llegaron más lejos. Los ‘Aussies’ quedaron segundos de su grupo detrás de Francia y en octavos de final perdieron ante Argentina (2-1).
El centrocampista no fue ajeno al debate que abogaba por el boicot del Mundial de Qatar. Irvine y 15 jugadores más difundieron un video denunciando la falta de libertad sexual y de derechos laborales en el país anfitrión. Instaban una “acción colectiva” con la involucración de los futbolistas y la FIFA para conseguir un verdadero cambio.
El espíritu combativo del St. Pauli y de Jackson Irvine sigue vivo y ahora tendrá su proyección en la Bundesliga de los grandes presupuestos y grandes clubs ●