Exhibición histórica de una Alemania que va a por la Euro
→ Trituró a Escocia con unos grandes Wirtz, Kroos, Musiala y Gündo e hizo la mayor goleada en un partido inaugural
→ Alemania parece decidida a hacer buena la conocida frase de Gary Lineker en la que explicaba que el fútbol es un deporte de 11 contra 11 en el que siempre gana Alemania. Su carta de presentación fue inmejorable, acabando con Escocia en un primer tiempo en el que se desbordó el talento: la mayor goleada de la historia en un estreno (5-1).
A muchos meses de dudas y de críticas se tuvo que enfrentar Julian Nagelsmann, pero en los últimos amistosos ya parecía que la situación había cambiado y se demostró en el partido inaugural.
Todo fue más fácil desde que Steve Clarke decidió dar un once extremadamente defensivo. Kroos, prácticamente libre, empezó a mover a sus compañeros con su calidad y velocidad en la circulación y con eso estuvo perdida Escocia. Porque encima los más jóvenes rindieron como veteranos. Fue un ‘show’ particular de Julian Wirtz y Jamal Musiala, dos chavales de 21 años que demostraron ser el cimiento de una nueva generación.
Empezó destacando el del Bayer Leverkusen. Una ocasión necesitó para demostrar que es un jugador generacional. Vio el espacio libre, se la pidió a Kimmich y le pegó de primeras para que se cantase bien pronto el primer gol de la Eurocopa (10’). No tardó en caer el siguiente. Se sumaron a la fiesta Havertz y Gündogan, que trazaron una gran jugada culminada por Musiala (19’).
No podía estar más amedrentada Escocia. Robar y perder el balón al instante. Fue sin duda la jugada más decisiva del duelo. Gündogan, tras un cabezazo suyo que paró el meta escocés, fue víctima de una entrada criminal de Porteous que, tras consulta en el VAR, le costó la roja al central, decretándose un penalti que transformó Havertz (45’).
Lógicamente, con esa renta y superioridad numérica, el trabajo ya estaba hecho. Aprovechó Alemania no para bajar un poco el pistón, sin dejar de buscar le cuarto tanto. Ya en el descanso Nagelsmann decidió sustituir a Andrich por Gross y con el paso de los minutos retiró a Wirtz y Havertz, ambos ovacionados, para refrescar con Sané y Füllkrug. Y ese segundo se quitó el mal sabor de boca de la final de la Champions League con una barbaridad de latigazo a los cinco minutos de entrar que supuso el cuarto del duelo (68’). Y por poco fue otro, pero su posición de fuera de juego lo impidió.
Quiso llamar la atención en esos pocos minutos Leroy Sané. Nada contento seguramente por ser suplente, el extremo salió a dar la nota con jugadas personales, pecando de individualista. Una nota negativa a la que se sumó, casi sin querer, el encajar un tanto de Escocia. Con tono alemán, porque fue Rüdiger quien, sin querer, se metió el balón en propia meta tras un testarazo de Mclean que se iba a saque de banda (87’).
Aun así, el Allianz Arena fue una fiesta total y pudo celebrar la manita, obra de Emre Can (93’). La afición, entregada, vitoreó cada buena acción y despidió también entre honores del césped a Musiala y Kroos, que cogieron algo de aire para el siguiente duelo frente a Hungría, en el que Alemania llega como la gran candidata a campeonar ●