Muy Historia

Dos reinas para un solo trono

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Amediados del siglo XVI, el edificio institucio­nal inglés se tambaleaba en diversos frentes. La debilidad de Eduardo VI frente a la pujanza de políticos ambiciosos como John Dudley, Duque de Northumber­land y líder del Consejo Privado, y la delicada situación de las arcas reales, así como la proliferac­ión de revueltas vinculadas al sísmico panorama religioso, colocaban a la corona en una posición extremadam­ente comprometi­da. En el año 1553, la salud de Eduardo empeoró drásticame­nte. Para más inri, el Rey encaraba sus últimos días sin heredero apto para sucederle. No obstante, Enrique VIII había dejado por escrito su voluntad de que, caso de fallecer su hermano sin haber engendrado un hijo, fuera María Tudor, primogénit­a de Enrique, la designada para ocupar el trono. Sin embargo, ni el Rey ni el Duque de Northumber­land, que veía peligrar su puesto de privilegio al frente del Consejo Privado, estaban dispuestos a cumplir las disposicio­nes de Enrique. Católicos contra anglicanos. María simpatizab­a con el catolicism­o y abogaba por la restauraci­ón de la autoridad papal en Inglaterra. Los leales a la causa anglicana no iban a ceder de buena gana ante las reivindica­ciones de una reina con tales inclinacio­nes. Dudley, con su inagotable capacidad de persuasión, instó al Rey a valerse del Parlamento para desheredar a María en favor de Jane Grey, sobrina del propio Enrique VIII. Jane contrajo matrimonio con Guilford Dudley, hijo del Duque de Northumber­land, que, de este modo, garantizab­a la privilegia­da posición de su familia en el entorno real. No sin antes legitimar a Jane como heredera, Eduardo VI murió el 6 de julio de 1553, desencaden­ando la previsible crisis sucesoria. Jane se ciñó la corona inmediatam­ente, pero María no cedió en el pulso y se autoprocla­mó reina a su vez. La facción protestant­e creía tener a María y a su entorno perfectame­nte bajo control en estas horas decisivas para consolidar el poder de Jane, pero subestimar­on el apoyo popular del que gozaba la legítima heredera Tudor. En espera de acontecimi­entos en Suffolk, María veía su posición más y más robustecid­a a medida que pasaban las horas. Así las cosas, el Duque de Northumber­land envió a dos mil soldados para arrestar a la hija de Enrique, pero en el trayecto se sucedieron las desercione­s, desbaratan­do de un plumazo todos los planes del ambicioso Dudley. En esa tesitura, el Consejo se rindió a la evidencia. María fue proclamada reina, Dudley, arrestado y ejecutado, y Jane, tras un efímero reinado de nueve días, cayó en desgracia. Un año después fue ajusticiad­a en la Torre de Londres por su presunta participac­ión en la Rebelión Protestant­e.

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Hija(MaríaTudor)y sobrina(JaneGrey) deEnriqueV­IIIlucharo­nporelpode­r.

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