Muy Historia

El precio de reinar en Castilla

-

Fue un punto de inflexión en la historia de la monarquía hispánica. La Guerra de Sucesión Castellana no sólo dirimió una disputa por los derechos dinásticos entre Isabel la Católica y Juana la Beltraneja: fue un pulso feroz entre la figura institucio­nal del rey y la nobleza y, por ello, el conflicto que moldeó la naturaleza de la monarquía peninsular en siglos sucesivos. Fue la debilidad de Enrique IV de Trastámara, rey de Castilla, la chispa que encendió la hoguera. La voluntad del monarca era que fuese su hija Juana quien le sucediese a su muerte, pero las gran- des familias nobles tenían otro candidato: se trataba de Alfonso, hermano del Rey y cabeza visible de una nutrida facción de la nobleza que quería un monarca vulnerable y débil en manos del Consejo. Enrique no supo frenar las ambiciones de las grandes familias castellana­s, cuyo proyecto y propósito sufrió no obstante un severo revés con la muerte de Alfonso en junio de 1468, muerte que dejaba en el aire la cuestión sucesoria. Y, en ese clima de confusión, emergió la prominente figura de la hermana del rey: Isabel. El problema era que ésta no estaba dis- puesta a dejarse manipular por las grandes familias, y en 1469 redobló su apuesta fugándose a Valladolid para contraer matrimonio con Fernando de Aragón, pese a la firme oposición del Rey y de los nobles. En pie de guerra. En diciembre de 1474 murió Enrique IV sin nombrar sucesor, abriendo una gravísima crisis dinástica. Isabel reaccionó autoprocla­mándose reina con el apoyo de Aragón y un nutrido grupo de familias castellana­s, mientras los partidario­s de Juana acudían a Alfonso V de Portugal para ofrecerle la mano de la hija del malo- grado rey de Castilla. Nada podía ya evitar el estallido de la guerra. En mayo de 1475, el ejército portugués, en defensa de los intereses de Juana y su flamante marido Alfonso, avanzó sobre Plasencia. Allí los cónyuges fueron coronados reyes de Castilla y León, y se disponían a dar el golpe de gracia a Isabel y Fernando con el impagable apoyo de Luis XI de Francia. Sin embargo, el ejército francés se atascó en el asedio de Plasencia y, poco a poco, Alfonso abandonó la idea de avanzar hacia el corazón de Castilla. Esa indecisión se revelaría decisiva y, tras la batalla de Toro, en febrero de 1476, Alfonso decidió replegarse y volver finalmente a Portugal. Con todo, el conflicto se prolongó hasta 1479, con la toma de las últimas plazas leales a la causa juanista y, en el mar, a causa de la disputa con Portugal por el control de los territorio­s atlánticos del norte de África. El 8 de septiembre de 1479, la Guerra de Sucesión Castellana llegaba a su fin con la firma del Tratado de Alcaçovas, en virtud del cual Juana renunciaba a todos sus títulos para, posteriorm­ente, ingresar en un convento, Portugal veía reconocida­s sus posesiones atlánticas e Isabel y Fernando eran finalmente proclamado­s reyes legítimos.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain