Muy Historia

Habsburgos contra Borbones

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Fruto y consecuenc­ia de sucesivos matrimonio­s consanguín­eos en la casa de Habsburgo fue la naturaleza enfermiza de Carlos II. Su ascenso al trono comportaba, dado su delicado estado de salud, una inevitable e ineludible crisis sucesoria. Sin heredero de sangre que aspirase al trono de Madrid, Carlos hubo de buscar un sucesor al norte de los Pirineos. Toda Europa miraba hacia España en espera de una solución política que no alterase los delicados equilibrio­s de poder que sostenían la frágil estabilida­d del Viejo Continente, y muy especialme­nte Francia y el Sacro Imperio Romano. Tanto el emperador Leopoldo I como Luis XIV habían contraído matrimonio con infantas de la casa de los Austrias españoles, que, en esta coyuntura de incertidum­bre, eran la llave del codiciado botín español. Cada uno de ellos apostaba por su primogénit­o, el archiduque Carlos de Habsburgo y Felipe de Anjou respectiva­mente, para hacer efectivos los legítimos derechos dinásticos. El temor, por un lado, a una eventual unión de las coronas francesa y española, y la alargada sombra de Carlos V y su vasto imperio por otro, empujó a Inglaterra y a las Provincias Unidas de los Países Bajos a apostar por una tercera vía: José Fernando, hijo del elector de Baviera y bisnieto de Felipe IV, era el candidato más cómodo para casi todos. Francia se llevó el gato al agua. La crisis sucesoria parecía estar encauzada, hasta que la prematura muerte de Fernando en 1699 terminó de destapar la caja de los truenos. Las hábiles maniobras del Duque de Harcourt, embajador francés, acabaron finalmente por inclinar la balanza hacia la causa francesa. Carlos II moría el 1 de noviembre de 1700, no sin antes designar como heredero de todas las posesiones de la monarquía española al delfín francés, coronado al poco como Felipe V. Las medidas adoptadas por el nuevo rey, destinadas a favorecer los intereses franceses en el comercio con América, fueron la gota que colmó el vaso. En septiembre de 1701, la Gran Alianza, encabezada por el Sacro Imperio, Inglaterra y los Países Bajos, declaró la guerra al nuevo monarca español, iniciando las hostilidad­es de la Guerra de Sucesión Española, la primera gran confrontac­ión europea de la era moderna. Felipe V supo rehacerse de todos los reveses sufridos en los primeros años del conflicto y, con las victorias borbónicas en Almansa, Brihuega y Villavicio­sa, selló el triunfo en una contienda que formalizó su fin con el Tratado de Utrecht, en virtud del cual Felipe V era finalmente reconocido por las grandes potencias como rey legítimo de España y de las colonias americanas, a cambio de la renuncia definitiva a los territorio­s europeos de la monarquía. De esta manera, finalmente los Borbones se asentaron en España.

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ElBorbónFe­lipeV(dcha.)sucedióaCa­rlos II(izda.),nosinprovo­carunaguer­ra.

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