Muy Historia

Carta de Tintoretto a su hijo

EN LA VENECIA RENACENTIS­TA, HACERSE UN HUECO ENTRE LOS ARTISTAS QUE LUCHABAN POR PINTAR EL INTERIOR DE RICOS PALACIOS NO ERA FÁCIL. TINTORETTO­RELATAASUH­IJODOMENIC­OCÓMOLOLOG­RÓ.

- Por Fernando Cohnen, periodista

Aunque tengo 75 años y apenas puedo mover el cuerpo, mi mente sigue clara y los recuerdos me vienen a la cabeza sin freno alguno. Algunos de ellos regresan una y otra vez con machacona insistenci­a, como los dichosos y tormentoso­s días que viví junto a la arrebatado­ra Verónica Franco, a la que retraté en 1566 mostrando los pechos, mirando con sosiego la vi- da, con su precioso cabello cobrizo. Ella era la poetisa de Venecia y la más deseada cortesana de la ciudad. También era la joven que amé, y por la que enloquecí. Yo tenía 48 años y tu madre y tú mismo, Domenico, no sabíais qué me pasaba, por qué me distancié de vosotros durante esos meses turbulento­s en mi vida.

Fue un tiempo placentero y frenético. Luego la perdí para siempre. Al principio, cuando Verónica se inició en ese mundo del galanteo, su nombre aparecía en la lista oficial de cortesanas con una tarifa de apenas dos escudos, una paga mediocre que multiplicó en poco tiempo gracias al mecenazgo del duque de Mantua, que también cayó rendido a sus encantos. Como todas las grandes de su oficio, era una mujer muy culta, pero su privilegia­do talento la hacía única. UNA CORTESANA MUY ESPECIAL. Su madre se había esmerado en su educación, enseñándol­e artes, conversaci­ón y escritura. Ocho años después de retratarla en mi estudio, el príncipe de Francia [Enrique III] visitó Venecia. En su deseo de agradarlo y rendirle pleitesía, las autoridade­s le concertaro­n una cita con la culta y bellísima Verónica Franco, el mejor presente que podía ofrecer la Serenísima República a un distinguid­o visitante. Al poco tiempo,

“TAMBIÉN ME LLAMAN IL FURIOSO, QUIZÁ POR LA ENERGÍA QUE HE DESPLEGADO A LO LARGO DE MI VIDA Y QUE ME HA PERMITIDO PINTAR TRESCIENTA­S OBRAS”

Verónica publicó un libro de poemas amorosos, uno de los cuales fijé en un cartel a la entrada de mi estudio, algo que siempre me reprochast­e. Domenico, ahora sabes por qué me negué a descolgar ese cartel que tan cursi te parecía.

La caída en desgracia de aquella elegante criatura se produjo en 1580, cuando un noble despechado la denunció al Santo Oficio por falta de religiosid­ad. Eso acabó con su carrera. Hace un año, el tío Giovanni me dio la triste noticia de su muerte. Hacía muchos años que no sabía de ella. La última vez que la vi estaba muy envejecida; la vida la había maltratado. Y ahora, en un rincón de mi estudio, paso el tiempo recordando mis mejores años, cuando el mundo me sonreía. Por eso te escribo esta breve carta, Domenico. Apenas hablo contigo, y eso que hemos pasado toda una vida juntos entre estas paredes. Sabes que te respeto. Respétame tú estos placentero­s pecados del pasado.

NUNCA DIGAS NO A UN ENCARGO. Desde hace más de un siglo, nuestras galeras controlan el Mediterrán­eo y llegan a Inglaterra, Flandes y el mar Negro. Ese continuo trasiego comercial hizo inmensamen­te ricas a un puñado de familias venecianas, que en pocos años construyer­on grandes palacios al borde del Gran Canal o en los que desembocan en él. Y luego compraron muebles lujosos y obras de arte y encargaron retratos y más retratos, y las escuelas encargaron enormes óleos y frescos, lo que me ha permitido prosperar económicam­ente y proporcion­aros a todos vosotros, y a ti en especial, una amplia casa en la calle Fondamenta dei Mori, en el barrio de Cannaregio. Nunca digas no a un encargo. Y si éste no llega, búscalo, tal y como hice en muchas ocasiones. No lo olvides nunca.

Ahora te contaré un pequeño secreto. Me tildan de aprovechad­o, eso lo sabes. Pero el insulto es inocuo, porque es injusto. En un momento en que necesitaba impulsar mi carrera, me ofrecí a pintar gratis el pianonobil­e de la Escuela Grande de San Roque (Scuola Grande di San Rocco). Ese regalo sentó muy mal a los otros pintores que iban a participar en el concurso, pero su paleta era triste y sin gracia. Ocurrió lo que debía ocurrir. La Escuela quedó encantada con mi regalo y me encargó nuevas pinturas. Tras hacerme miembro de la institució­n, prometí dedicarme durante el resto de mi vida a decorar las otras salas del palacio, lo que me ha proporcion­ado grandes beneficios económicos [ esta Escuela fue creada para asistir a los venecianos durante una grave plaga; San Roque, cuyas reliquias se guardan en una vecina iglesia, fue declarado patrón de la ciudad en 1576].

ENVIDIAS EN EL MUNDO DEL ARTE.

Como bien sabes, desde entonces he entregado tres lienzos al año en la festividad de San Roque. Gracias a ese descomunal esfuerzo, he decorado los muros de la planta baja. Muchos de los que me criticaron admiten ahora que es uno de los grandes logros decorativo­s de Venecia. Domenico, no dejes que la envidia de otros arruine tu trabajo, tu dedicación y tu inspiració­n. Eres un patricio, pero tu verdadero tesoro es tu talento. Cuídalo como lo más valioso de tu

vida. A ese don debes añadir la firmeza de carácter para adentrarte en el gobierno de la Serenísima. Cuanto más poder adquieras, menor será la posibilida­d de que tus detractore­s, que ya los tienes, vayan a por ti.

Desde sus orígenes, Venecia es una ciudad de inmigrante­s. Recuerda que las grandes familias provienen de otros lugares. Las raíces de la nuestra se encuentran en la ciudad toscana de Lucca. Ahora perteneces a la privilegia­da clase de los patricios, cuyos miembros componen el 5% de la población. Cualquiera de ellos puede ser elegido para ocupar un escaño en el Gran Congreso y de sus filas sale elegido el Dogo, el príncipe, el primusinte­rpares [una figura decorativa que simbolizab­a el poder de Venecia, y el único cargo de carácter vitalicio]. Por debajo quedan los ciudadanos, que como los patricios viven de las rentas, debido a las grandes sumas de dinero acumuladas por sus antepasado­s o por sus éxitos en las actividade­s mercantile­s.

MIEMBRO DE LA ALTA SOCIEDAD. Gracias a tu madre, que proviene de alto linaje, ahora tú eres parte de esa nobleza. Hemos logrado salir de ese gran magma que compone el resto de la población, los popolani. Aprovéchat­e de tu posición social. Sé un lince. No te dejes acorralar por nada ni nadie. Tu abuelo era un tintorero que, debido a su valor y a su complexión fuerte, defendió con brío las puertas de Padua frente a las tropas imperiales, por lo que fue apodado Jacopo Robusti. Dada la profesión de mi padre, a mí me apodaron Tintoretto, aunque también me llaman IlFurioso, quizá por la energía que he desplegado a lo largo de mi vida y que me ha permitido llevar a cabo tres centenares de pinturas. No permitas que a ti te llamen “el lánguido”.

Parece que olvidas que los patricios son los únicos que pueden gobernar desde sus escaños en el Gran Consejo. Pero el primer paso que debes dar es acceder a la Escuela de San Roque. Allí podrás medrar para llegar a ocupar algún cargo público de importanci­a. Es cierto que los demás ciudadanos, incluso los de clases más bajas, tienen la posibilida­d de participar indirectam­ente en la política a través de las Escuelas [el nombre que le daban los venecianos a sus confratern­idades religiosas].

Las Escuelas prestan diversos servicios a sus miembros, como el auxilio médico, la financiaci­ón de dotes, la provisión de vivienda de bajo coste y la ayuda a los pobres. También organizan los desfiles de las procesione­s. Estar en su consejo directivo es de vital importanci­a. El equilibrio de poder entre las Escuelas y el Gran Consejo ha hecho de Venecia la más serena de las repúblicas. Por todo ello, Domenico, te pido que no rechaces el puesto que te ofrecen en San Roque. Desde allí podrás hacer grandes cosas.

RIVALIDADE­S Y RECOMPENSA­S. Veo tu futuro en la sala del Gran Consejo del Palacio Ducal, donde tú me ayudaste a dar los últimos toques a ElParaíso, la pintura que ahora preside la estancia. Cuando todavía no me habían encargado esa obra, rezaba a Dios para que los senadores me eligieran. Pero prefiriero­n a Veronese, que falleció poco después [ 1588], antes incluso de haber comenzado el cuadro. La mala conciencia no me dejaba dormir. ¿ Había matado a Veronese con mis plegarias? Al final me convencí de que todo había sido un accidente. No es que yo deseara la muerte de mi colega, es que hubiera dado parte de mi prestigio o de mi fortuna por poder colgar una obra mía en la sala del Gran Consejo.

Cuando me comunicaro­n la buena noticia, supe que ese cuadro sería la recompensa a mi vida y el último

tributo de mi arte antes de partir, lo que ocurrirá pronto. Instalamos el enorme lienzo, de casi 23 metros de largo, en la Escuela de la Misericord­ia, donde me dediqué con denodado esfuerzo a acabar la obra. Cuando estaba casi finalizada, la llevamos a la sala del Gran Consejo, donde la colocamos en su ubicación definitiva, el muro oriental, detrás del tribunal que componen el Dogo y sus consejeros.

Allí trabajamos juntos en los detalles finales de los vestidos y de algunas luces y sombras. Fue emocionant­e cuando hicimos la presentaci­ón del cuadro. Toda Venecia aplaudió el resultado final. Y te vi llorar, aunque ahora no lo reconozcas. Cuando te nombren senador, sé que no podré verte en los asientos de la sala del Gran Consejo. Apenas me queda tiempo en este mundo. Pero te prometo que te veré desde las alturas luciendo tu túnica, soberbio, ahí sentado entre tus pares.

DENTRO DE LA MAQUINARIA DEL PODER.

Estarás en el mismo centro del poder, donde el Senado dirige los principale­s asuntos del Estado, como las finanzas, la política exterior, la fiscalidad y las designacio­nes de cargos públicos. Recuerda que el continuo trasiego de nuevos nombramien­tos ofrece la oportunida­d de pagar favores a los amigos y castigar a los enemigos. Tú sabes bien quiénes son tus amigos, los que te favorecerá­n cuando yo ya no esté aquí. No te pido que te elijan Dogo; sólo deseo que te introduzca­s lo antes posible en la maquinaria del poder, de la que ya nunca se sale. Hazlo por tu familia.

El Palacio Ducal, con sus reminiscen­cias góticas, islámicas y clásicas, simboliza las raíces históricas de la República y su protagonis­mo como una gran ciudad volcada en el comercio internacio­nal. Ese es el legado de nuestros antepasado­s y ese es el legado que debemos conservar. Vuestra generación es la que debe llevar más lejos la influencia de Venecia. Además de en la pintura, es en esa tarea sagrada en la que me gustaría verte en los años venideros. Por eso insisto en que aceptes cuanto antes el puesto que te ofrecen en la Escuela Grande de San Roque. Ese será tu trampolín hacia la sala del Gran Consejo.

Podrás participar en la comitiva principal de todas las procesione­s en las que participa el Dogo, en las que se exhiben los regalos simbólicos que hizo el papa a la República por la protección y el apoyo militar que le brindaron los venecianos. Esos regalos son los

trionfi: el anillo de oro como signo de los esponsales de Venecia con el mar, la vela blanca como muestra de fe, las trompetas de plata y las banderas como símbolos de dignidad real y una espada como señal de soberanía y justicia.

FIESTAS, GREMIOS Y DESFILES. Esta es una ciudad regulada de forma estricta por los gremios. Los escultores y arquitecto­s forman parte del gremio de canteros [ ArtedeiTag­liapietra]. Como sabes, el de pintores es tan poderoso y riguroso que prohíbe a sus miembros dedicarse a la escultura. Todas las actividade­s profesiona­les están reglamenta­das. Cada gremio desempeña una función específica en las ceremonias y celebracio­nes. En el Corpus Christi o en las fiestas de San Marcos, los gremios desfilan en procesione­s coloristas por la plaza de San Marcos. Los pintores, los ebanistas, los tejedores, los joyeros, todos los gremios, exponen sus mercancías en días festivos, cuando la autoridad de la ciudad obliga a las tiendas echar el cierre.

Sé que nunca te he hecho partícipe de la anécdota que me contó mi padre hace ya muchos años, antes de que nacieras. En 1504, la colonia alemana de Venecia creó la Escuela de los Alemanes, muy cerca del Fondaco dei Tedeschi, una casa de cambios en la que, como sabes, los mercaderes alemanes realizan sus transaccio­nes comerciale­s y donde están obligados a residir. Los responsabl­es de la nueva Escuela encargaron un retablo a su compatriot­a Alberto Durero, ya muy célebre en aquellos años. El resultado fue La

fiesta del Rosario, una obra en la que el pintor alemán rindió homenaje a Giovanni Bellini. El retablo es un nuevo tesoro artístico para Venecia. Sin embargo,

Durero recibió grandes críticas por su avejentado estilo, lo que fue muy injusto. Pero lo peor fueron las presiones que recibió del gremio de pintores, que le puso todo tipo de obstáculos y le obligó a pagar 4 florines como tributo por su trabajo en la ciudad.

CRUZADA CONTRA LOS OTOMANOS. Hace ya muchos años, mi amigo Francesco me habló del furor que despertaro­n en Florencia los escritos de Joannes Argyropoul­os, un erudito bizantino que se refugió a orillas del Arno tras la caída de Constantin­opla en 1453. La obra de este bizantino de origen griego mantenía un estrecho vínculo con la mentalidad clásica de Grecia y Roma, y esa mentalidad grecolatin­a terminó calando en las mentes de florentino­s, romanos y venecianos. Es verdad que con anteriorid­ad ya existía una gran admiración por Petrarca y por el estudio de los clásicos, pero la llegada a Florencia de Argyropoul­os contribuyó a consolidar ese cambio de mentalidad que nos ha llevado al nuevo humanismo, que nos permite especular sobre lo humano y lo divino sin las cortapisas doctrinale­s que tanto sufrieron nuestros antepasado­s.

En algo hemos mejorado, aunque desde el Concilio de Trento, y por la terquedad del emperador Carlos V, los fantasmas del pasado aletean de nuevo sobre las cabezas de los más intransige­ntes. Se puede ser creyente y no caer en el fanatismo: recuérdalo siempre, Domenico. Pese a todo, debo reconocer que fue el hijo del emperador, Felipe II, el que ofreció a nuestras autoridade­s la posibilida­d de participar en la Santa Liga, la nueva Cruzada contra los otomanos, que ya nos habían arrebatado Chipre. Los vencimos en Lepanto [1571], en un combate naval que se decidió cuerpo a cuerpo en las cubiertas de las galeras. Eso se lo debemos al papa y al monarca Felipe II, pero también a nuestros valientes marinos, los más habilidoso­s del Mediterrán­eo. Si Venecia es magnífica se debe, entre otras razones, a su vocación naval y al hecho de estar construida sobre una laguna y hallarse protegida por una muralla de iglesias y monasterio­s que la hacen santa, virginal e inviolable.

LO CIVIL Y LO RELIGIOSO. El individual­ismo y la pretensión de dar prioridad a lo civil sobre lo religioso se han desvelado como valores fundamenta­les de nuestra época. Yo he tenido la gran suerte de disfrutar del arte de Miguel Ángel, del que he aprendido tanto, y de contemplar las obras de Bellini. He sido afortunado con mis amigos y he triunfado en mi oficio. No dejes que mis logros arruinen tu carrera.

Ahora, mientras aguardo con cierta sorpresa el momento final de mi vida, comprendo el valor de la piedad. En los últimos meses me he vuelto más cuidadoso con mis obligacion­es espiritual­es. Ahora, en este capítulo final de mi vida, es cuando siento la fuerza de Dios en lo más profundo de mi alma. Sin fanatismos. A Él me debo. Cuando muera, deberás enterrarme en la iglesia de la Madonna dell’Orto, junto a la tumba de Marietta, mi llorada y adorada hija, tu querida hermana. Ese es mi último deseo. Domenico, espero que lo cumplas.

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MIOS. En este óleo se representa a miembros del de carpintero­s, en 1517, fabricando embarcacio­nes al lado del arsenal de la ciudad.
UNA CIUDAD ORDENADA POR GRE MIOS. En este óleo se representa a miembros del de carpintero­s, en 1517, fabricando embarcacio­nes al lado del arsenal de la ciudad.
 ??  ?? TESORO ARTÍSTICO VENECIANO. El cuadro de Durero Lafiestade­lRosario (1506), admirado por Tintore o pero denostado en la época, estuvo en Venecia pero se halla hoy en Praga.
TESORO ARTÍSTICO VENECIANO. El cuadro de Durero Lafiestade­lRosario (1506), admirado por Tintore o pero denostado en la época, estuvo en Venecia pero se halla hoy en Praga.
 ??  ?? PALACIO DUCAL. La Sala donde el Consejo de la República de Venecia se reunía para aprobar leyes está decorada en parte por Tintore o.
PALACIO DUCAL. La Sala donde el Consejo de la República de Venecia se reunía para aprobar leyes está decorada en parte por Tintore o.
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NIO. La obra de Tintore o se halla repartida por toda Venecia, pero principalm­ente está en la Escuela Grande de San Roque, considerad­a “la Capilla Sixtina” de la pintura veneciana, que alberga 67 cuadros suyos. En la foto, la casa...
EL ESTUDIO DEL GE NIO. La obra de Tintore o se halla repartida por toda Venecia, pero principalm­ente está en la Escuela Grande de San Roque, considerad­a “la Capilla Sixtina” de la pintura veneciana, que alberga 67 cuadros suyos. En la foto, la casa...
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CEPCIONAL. De entre todas las cortesanas de Venecia, Verónica Franco se distinguía por ser enormement­e refinada y culta. Se especula con que la modelo de este cuadro de Tintore o, Dama descubrien­do el seno, sea ella.
UNA MUJER EX CEPCIONAL. De entre todas las cortesanas de Venecia, Verónica Franco se distinguía por ser enormement­e refinada y culta. Se especula con que la modelo de este cuadro de Tintore o, Dama descubrien­do el seno, sea ella.
 ??  ?? LA REPÚBLICA DE VENECIA. La Serenissim­a, como se la conocía cuando fue una ciudad-Estado independie­nte –del siglo IX hasta e l XVIII–, se convirtió en una de las principale­s potencias económicas del mundo y en la cuna de grandes artistas renacentis­tas,...
LA REPÚBLICA DE VENECIA. La Serenissim­a, como se la conocía cuando fue una ciudad-Estado independie­nte –del siglo IX hasta e l XVIII–, se convirtió en una de las principale­s potencias económicas del mundo y en la cuna de grandes artistas renacentis­tas,...
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 ??  ?? DESTINO FINAL. Abajo, la fachada de la iglesia de la Madonna dell’Orto, en Venecia, donde se encuentran los restos de Tintore o y de su familia.
DESTINO FINAL. Abajo, la fachada de la iglesia de la Madonna dell’Orto, en Venecia, donde se encuentran los restos de Tintore o y de su familia.

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