Bajo la tierra, las pistas del pasado
La historia de Numancia atrajo, a principios del siglo XX, el interés de arqueólogos europeos como Adolf Schulten (1870-1960), que llevó a cabo las primeras investigaciones sobre el terreno en 1905, bajo el patrocinio del káiser Guillermo II. Los restos de la ciudad celtíbera se habían hallado en 1860; aunque algunas teorías la ubicaban en Zamora, Eduardo Saavedra descubrió el emplazamiento real de las ruinas en Garray, Soria. Este hallazgo fascinó a Schulten hasta el punto de convertir su estudio en la piedra angular de su carrera. Numancia fue para él lo que Troya para Schliemann, en un momento de auténtica fiebre arqueológica. El empeño del investigador alemán para saber más sobre la toma de Numancia y su legendaria resistencia al invasor no estuvo exento de polémica y recelos por parte de varios historiadores, que lo acusaron de apropiarse de 12.500 objetos celtíberos, pero aun así logró realizar la excavación del impresionante cerco erigido por Escipión el Africano alrededor de aquel pequeño pero resistente asentamiento arévaco.
Arriba, vemos a Schulten dibujando sobre los restos de uno de los siete campamentos romanos que participaron en el cerco numantino, para intentar verter luz sobre tan heroica resistencia; la imagen, de 1906, fue tomada en concreto en las ruinas del campamento de Peña Redonda. En la imagen de la izquierda, el arqueólogo, sentado en el centro, durante una pausa en sus excavaciones.