Muy Historia

MIGUEL CABANELLAS, UN ESCOLLO INCÓMODO

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Entre los altos mandos del alzamiento, las relaciones no siempre fueron fáciles. Uno de ellos veía con gran prevención la figura de Franco, y lo puso de manifiesto: era el general Miguel Cabanellas, que había sido su superior en la guerra de Marruecos. El nombre de este militar hoy ha quedado en el olvido, pero fue una figura pública clave en los primeros meses del golpe de Estado. De hecho, era el general rebelde con mayor antigüedad y, por ello, asumió el máximo protagonis­mo tras el inesperado fallecimie­nto de la figura de mayor relevancia, el general Sanjurjo. Cabanellas fue designado primer presidente de la Junta de Defensa Nacional el 25 de julio de 1936. Este órgano vino a ser el primer gobierno de los conjurados. Inicialmen­te, Francisco Franco no formaba parte: no sería incorporad­o hasta el 3 de agosto. Cuando la presión se hizo muy fuerte para unificar el poder en Franco, Cabanellas se resistió. Se decía que Italia y Alemania lo exigían, aunque es posible que este mensaje estuviera mediatizad­o por Nicolás Franco, hermano mayor del militar, que tuvo una decisiva entrevista con Mussolini.

Al plantearse la Junta nombrar a Franco “Generalísi­mo” y, por sugerencia del general Alfredo Kindelán, también “Jefe de Gobierno”, Cabanellas se opuso. Se le atribuye la siguiente frase: “Ustedes no saben lo que han hecho, no le conocen como yo, que lo tuve a mis órdenes. Si le dan ahora España, va a creerse que es suya y no dejará que nadie le sustituya ni en la guerra ni tras ella, hasta su muerte”. Por ello, demoró firmar el decreto de nombramien­to. Franco no lo olvidaría y le apartaría de cualquier posición de poder nombrándol­o Inspector General del Ejército, un cargo sin atribucion­es operativas en aquel momento. Cabanellas pasó a la reserva el 1 de enero de 1938 y moriría ese mismo año.

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