EL DESTINO DE LOS OTROS CLASE B
De dimensiones reducidas –64 metros de eslora por 5,6 de manga–, los submarinos B contaban, en cambio, con un armamento potente para la época. “Disponían de cuatro tubos lanzatorpedos de 450 mm, dos a popa y dos a proa. Como armamento de cubierta llevaban un cañón Vickers de 76,2 mm”, detalla Dionisio García Flórez. Sin embargo, esa importante dotación no les sirvió de mucho en la Guerra Civil, a juzgar por sus resultados más bien mediocres.
Dejando aparte el ya sabido del B- 5 y el B- 6, este fue el destino de los restantes clase B: el B- 1 sufrió un abordaje en Alicante en 1937 por parte de un barco mercante inglés que le dobló la superestructura de proa y quedó desde entonces arrumbado hasta el final de la guerra, después de la cual fue usado como blanco para prácticas de tiro; el B- 3 y el B- 4 cayeron, también en el 37, en sendas acciones bélicas y serían dados de baja y desguazados en 1940 y 1941; solo el B- 2 estuvo activo durante toda la contienda, al mando de un oficial ruso que usaba el seudónimo de “Tomás Asensio”.