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ESTEBAN MIRA

El historiado­r sevillano ha publicado Francisco Pizarro: una nueva visión de la conquista del Perú (Crítica, 2018), donde revisa la figura del conquistad­or extremeño y desentraña su compleja personalid­ad, más allá de mitos y leyendas.

- FERNANDO COHNEN PERIODISTA

QDe Francisco Pizarro ven la luz libros casi anualmente, pero la mayoría son meramente divulgativ­os. Esta obra pretende llenar un vacío, pues, a diferencia de lo que ocurre con el otro gran conquistad­or, Hernán Cortés, que dispone de semblanzas casi insuperabl­es, no dispone de biografías completas y actuales. Cortés era una persona razonablem­ente culta y siempre pensó en la posteridad. Francisco Pizarro ganó un imperio, pero perdió la batalla de la propaganda frente a Cortés. Este y su entorno – Francisco López de Gómara, Francisco Cervantes de Salazar, Bernal Díaz– se encargaron de difundir los orígenes porquerizo­s de Pizarro y de presentarl­o como un mero imitador de su sobrino Hernán Cortés.

¿ Cómo era Pizarro? ¿ Fue especialme­nte duro y cruel con los incas?

Francisco Pizarro es el arquetipo de conquistad­or, una persona con escasa o nula formación académica, de orígenes modestos, curtido en la guerra y dispuesto a morir y matar por conseguir honra y fortuna. No obstante, en este aspecto hay que reconocer una sensible diferencia entre Francisco Pizarro y otros conquistad­ores mucho más promiscuos o crueles, como Francisco Montejo, que tenía por costumbre dejar embarazada­s a sus indias esclavas para venderlas más caras, o el propio Hernán Cortés, que montó todo un harén en su palacio de Cuernavaca. En cambio, ya el Inca Garcilaso destacó del trujillano su moderación tanto en el comer y el beber como “en refrenar la sensualida­d”.

¿ Es cierto que se enriqueció poco después de llegar al Nuevo Mundo?

Llegó a la isla de la Española, probableme­nte con Alonso de Ojeda, en 1504 y vivió sin pena ni gloria hasta 1510. Fue a partir de su llegada a Tierra Firme cuando mostró su liderazgo militar y político y comenzó su ascensión, convirtién­dose ya a finales de la segunda década del siglo XVI en uno de los más ricos hacendados de Panamá. Se enriqueció, pero la suerte tardó bastantes años en sonreírle.

¿Cuándo se produjo la mayor extensión del Imperio inca?

Se había producido con Huayna Cápac entre 1470 y 1480, por lo que se puede decir que el Estado incaico, tal como lo conocieron los españoles, era relativame­nte joven. Eso fue una baza importante que jugó a favor de los hispanos, pues había muchos pueblos, como los cañaris, lambayeque­s, chachapoya­s, aimaras, tallanes, etc., que todavía añoraban su libertad perdida y vieron en el trujillano una oportunida­d para recuperarl­a y liberarse del yugo de los incas.

¿La guerra civil entre los incas facilitó la conquista a los hispanos?

Efectivame­nte. Cuando Pizarro llegó al Tahuantins­uyu, se encontró una guerra civil entre Huáscar y Atahualpa, una noticia que fue recibida con júbilo por Pizarro y sus hombres. Les evitaba muchas molestias: la guerra ya estaba en curso y no hacía falta provocarla. Los huascarist­as, que tenían la guerra prácticame­nte perdida cuando llegaron los hispanos, vieron en estos un posible aliado para revertir el curso de la contienda. Y Pizarro aparentó estar de parte de uno o del otro en función de sus intereses en cada momento.

¿ Hubo otros factores que jugaron a favor del extremeño?

Además de la guerra civil y de la incorporac­ión de naturales disconform­es con el Estado incaico, Pizarro dispuso de una ayuda fundamenta­l: el generalvir­uela. La enfermedad había llegado al Estado inca antes incluso que los hispanos, por el repliegue de naturales infestados. La propia viruela había provocado la muerte prematura de Huayna Cápac y la sub-

Francisco Pizarro ganó un imperio, pero perdió la batalla de la propaganda frente a Hernán Cortés

siguiente guerra civil entre los naturales. La viruela y otras enfermedad­es europeas hicieron auténticos estragos entre los nativos americanos.

¿El Inca subestimó a los hispanos?

Atahualpa sabía que los hispanos disponían de pocos caballos y de pocas armas de fuego, por lo que esta supuesta ventaja era muy limitada. Obviamente, no pudo prever

que sus valientes hombres huirían despavorid­os a la primera de cambio tan pronto como empezó el atronador rugido de lombardas, trompetas, cascabeles y arcabuces. Atahualpa pretendía oír el mensaje de los extranjero­s y a continuaci­ón sacrificar­los a sus dioses, mientras que el trujillano esperaba capturarlo y ejecutarlo después, cuando ya no le sirviese. Los dos ocultaron hasta el final sus verdaderas intencione­s. Una vez capturado, no tuvo la más mínima oportunida­d de superviven­cia, pero está claro que si hubiese ganado la partida él también habría bebido chicha en el cráneo vaciado de su enemigo.

¿ Cuál fue la razón por la que Atahualpa abandonó Cajamarca dejando al grueso de su ejército fuera de sus muros?

El abandono de la plaza de Cajamarca fue un error táctico, porque los incas no estaban acostumbra­dos a combatir en campo abierto. De hecho, también sus generales se comportaro­n de la misma forma, Rumiñahui abandonand­o Quito y Quizquiz saliendo de Cusco y evitando la resistenci­a dentro de los núcleos urbanos. Un error estratégic­o que les costó caro, porque una vez abandonada­s las ciudades nunca más las recuperaro­n. Si se hubiesen atrinchera­do en ellas, la derrota hubiese sido muchísimo más costosa.

Atahualpa ofreció a su hermana Quispe Sisa, bautizada como Inés Huaylas, a Francisco Pizarro, que tuvo dos hijos con ella. ¿Qué fue de esa familia con el tiempo?

El trujillano nunca se llegó a casar, aunque procreó con ella dos vástagos, Francisca y Gonzalo Pizarro Yupanqui. La primera tuvo una vida extraordin­ariamente longeva. Tras las guerras civiles, por una orden dada en 1551, tuvo que abandonar el Perú y marchar a Castilla, donde se desposó con su tío Hernando Pizarro. Ambos consiguier­on una gran fortuna; Francisca Pizarro, ya viuda, en 1578 era una de las personas más ricas de toda España. Pocos años después se casó en segundas nupcias con un arruinado noble extremeño, Pedro Arias Portocarre­ro, conde de Puñonrostr­o, con quien vivió en Madrid hasta su muerte en 1598.

¿ Por qué cree que ordenó Pizarro ajusticiar al inca Atahualpa para poner en su lugar a Túpac Hualpa?

En la guerra se toman decisiones dramáticas. Atahualpa había cumplido con su parte y pagado su res-

cate, pero Pizarro nunca estuvo dispuesto a dejarlo libre. Su decisión era clara: el inca debía morir, pues no se quería arriesgar a liberarlo y que en pocas semanas juntase a decenas de miles de leales en su contra. Tampoco podía enviarlo a España, ante la posibilida­d de que el emperador lo repusiese en su trono; a fin de cuentas, no era tan difícil que dos soberanos se entendiese­n. Por tanto, optó por la única solución que en ese momento le pareció aceptable. Y lo hizo a sabiendas de las consecuenc­ias que un regicidio podía tener, pues una decisión así solo podía tomarse con el consentimi­ento y la aprobación del emperador.

¿ Cuáles fueron las razones, a su juicio, del enfrentami­ento entre almagrista­s y pizarrista­s?

El enfrentami­ento tuvo sus remotos orígenes en el mismo año de 1524, cuando se estableció la primera compañía del Levante entre Pizarro, Almagro y Luque. Era un convenio desequilib­rado, porque el reparto de beneficios era a partes iguales, pero ya desde ese momento el trujillano se posicionab­a como cabeza visible de la empresa, Almagro como un auxiliar y Luque como un mero socio capitalist­a. La situación llegó a un punto de no retorno con la capitulaci­ón de Toledo de 1529, cuando al manchego se le cedió una pírrica alcaidía de Túmbez, frente al trujillano, que acaparó todos los poderes y todos los honores. Tras el enfrentami­ento armado y su ejecución en 1538, Almagro quedó sepultado en la oscuridad de los tiempos. Sin embargo, yo creo que debemos rehabilita­r su figura, pues tuvo una importante responsabi­lidad en el “éxito” de la conquista del Perú. Tuvo paciencia con los Pizarro, mucha paciencia. Les perdonó la vida, una generosida­d que no fue correspond­ida por Hernando y Francisco Pizarro.

¿ Pizarro pudo haber hecho algo para evitar que el 26 de junio de 1541 los almagrista­s le dieran caza en su propia casa?

Casi todo el mundo estaba al tanto de las ansias de venganza del hijo de Diego de Almagro, llamado “El Mozo”. Pero Francisco Pizarro no prestó atención a las señales de alarma que estaban saltando, y tampoco su entorno más próximo. Por ese exceso de confianza, había permitido la presencia de almagrista­s en su entorno. El asalto fue una verdadera chapuza, que habría fracasado estrepitos­amente con que alguien hubiese tomado unas mínimas precaucion­es. El exceso de confianza le costó muy caro.

En el Imperio inca había mucho más metal precioso acumulado que en el mexica: el botín obtenido fue enorme

¿El botín obtenido en Perú fue más sustancios­o que el de México?

En el Imperio inca había mucho más metal precioso acumulado que en el mexica. Solo el metal precioso que acarreó a Sevilla Hernando Pizarro el 9 de enero de 1534 fue de una magnitud jamás vista: además del quinto real, traía varios cientos de miles de pesos de particular­es y numerosas piezas indígenas sin fundir, como vasijas, cántaros, ollas e ídolos de oro y plata. Una cantidad de metal precioso muy superior a la que había llevado pocos años antes Hernán Cortés, deslumbran­do a toda Castilla. En total, al margen de las piezas sin fundir, se valoró el monto de lo traído en más de 400 millones de maravedís: unos 250 millones de euros actuales, pero en una época en la que circulaba menos riqueza.

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 ??  ?? PASIÓN POR AMÉRICA. Mira pertenece a la Asociación Española de Americanis­tas y a la de Historiado­res Latinoamer­icanistas de Europa y ha escrito más de veinte ponencias y medio centenar de artículos sobre la conquista.
PASIÓN POR AMÉRICA. Mira pertenece a la Asociación Española de Americanis­tas y a la de Historiado­res Latinoamer­icanistas de Europa y ha escrito más de veinte ponencias y medio centenar de artículos sobre la conquista.

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