ITALO BALBO Y EL GLAMOUR DE LA ITALIA AÉREA
Las relaciones de la Italia mussoliniana y el mundo democrático occidental fueron excelentes hasta mediados de los años treinta, y el fascismo no solo era aceptado sino que podía incluso tener también glamour. Una buena prueba es la acogida que se le dispensó al jerarca fascista y aviador Italo Balbo en la expedición que hizo a Estados Unidos al mando de 24 hidroaviones Savoia Marchetti, con motivo de la Exposición Universal de Chicago de 1933. Los aparatos eran de fabricación italiana en su totalidad, una muestra de lo pujante que podía ser esa industria.
El viaje, con numerosas escalas hasta acabar en el lago Michigan, duró casi un mes y medio y fue considerado una hazaña. Chicago renombró una calle para homenajear a Balbo –la séptima, que pasó a llamarse Balbo Drive– y los sioux de la exposición lo nombraron jefe indio con el nombre de Águila Volante. Luego, escoltados por 36 aviones americanos, los hidroaviones volaron a Nueva York, donde el presidente Roosevelt invitó a Balbo a comer y le concedió una medalla de la Fuerza Aérea estadounidense. Hubo un desfile multitudinario en su honor en Manhattan (foto de arriba) y la revista Time le dedicó la portada.
Italo Balbo, a quien se consideraba el sucesor natural de Mussolini, pero que no apoyó la alianza con Alemania, murió en Libia en 1940, cuando su avión fue supuestamente alcanzado por fuego amigo. Su viuda sostuvo siempre que el Duce lo había asesinado.