“V” DE VENGANZA
Hasta el penúltimo momento, Hitler confió en que las armas secretas que sus ingenieros estaban desarrollando obrarían el milagro de poner de rodillas a sus enemigos. Algunas de ellas, las denominadas Vergeltungswaffen –armas de represalia o venganza–, sorprendieron completamente a los aliados en 1944. Especialmente, los ataques con las bombas volantes V- 1 – los primeros misiles de crucero utilizados en masa– y los cohetes balísticos supersónicos V- 2 – contra los que no solo no existía defensa, sino que ni siquiera podían ser detectados hasta que detonaban contra sus blancos– supusieron un golpe moral para las poblaciones civiles, pero tras causar cerca de 9.000 muertes y grandes destrucciones en las ciudades atacadas (Londres, La Haya, Amberes) sus bases de lanzamiento fueron rebasadas por las fuerzas aliadas, dejando de ser utilizables. Los mayores estragos los provocaron entre quienes las produjeron: solo en la factoría subterránea de Mittelwerk trabajaron de 40.000 a 60.000 esclavos, que fabricaron más de 4.500 V-2. A cambio, perdieron la vida 26.500 de ellos, agotados por el hambre y las enfermedades o ejecutados por sus captores de las SS, antes de que la factoría fuese liberada por las tropas estadounidenses.