OTROS LABERINTOS
El Gran Laberinto egipcio que describe Heródoto solo es el mayor de los cinco que existieron en la Antigüedad, de acuerdo con los textos clásicos. Había otro en la isla griega de Lemnos, dos en Creta –Cnosos (en el que se inspira el mítico de Dédalo y el Minotauro; a la derecha, recreación) y Kortyna– y un cuarto en la etrusca Clusium. Las representaciones de laberintos grabadas en piedras, o bien trazadas sobre el suelo con piedras hincadas en espiral, abundan ya en la Europa neolítica. Es posible que la noción de laberinto estuviera asociada antiguamente a la de puerta, y que esa puerta tuviese un sentido espiritual. Por ese motivo, los laberintos habrían llegado a las iglesias y catedrales del Medievo; por ejemplo, a la catedral de Chartres, cuyo laberinto trazado en el suelo llegó a considerarse simbólicamente como un sustitutivo de la peregrinación a Tierra Santa. Por otro lado, en el concepto de laberinto hay un componente defensivo: es una barrera frente a toda clase de invasiones o penetraciones, algo que está ahí para confundir al enemigo.