MUJERES EN EL TRONO
Los faraones ocupan tres milenios de historia, pero en sus larguísimas listas dinásticas apenas hay sitio para cinco mujeres –confirmadas– que detentaron este título, por tradición asociado a la condición masculina. A pesar de esta barrera, la costumbre las ayudaba en otro aspecto: cuando el faraón que accedía al trono era menor de edad, lo habitual era que se diera a su madre la condición de regente hasta que alcanzase la mayoría. Eso otorgó la oportunidad a las más notables de ellas de dejar una honda huella en la historia. La primera accedió al poder casi con los inicios de la época faraónica: fue Meritneith, madre del rey Den, considerado el quinto faraón de la Dinastía I. Cabe destacar como anécdota que, cuando el mítico egiptólogo Flinders Petrie descubrió su tumba, pensó por la importancia de la misma que pertenecía a un hombre. La siguiente es Ni- tocris, quien habría sido la última reina de la Dinastía VI. Manetón (el autor de las listas faraónicas) la describe como “más valiente que todos los hombres de su época y la más bella de todas las mujeres, de piel hermosa y rojas mejillas”. Algunos, sin embargo, la consideran un personaje de leyenda. Neferusobek sería otra reina que finalizaría dinastía (la XII). Las otras dos “faraonas” son las más destacadas y conocidas: Hatshepsut, con diferencia la que más tiempo reinó (22 años), que dejó un impresionante legado, y Tausert, durante cuyo reinado sucedió la Guerra de Troya.
Caso aparte es la famosa Cleopatra VII, que fue una reina ptolemaica y no faraónica. Cleopatra se alió con dos líderes romanos (Julio César y Marco Antonio) para mantenerse al frente de Egipto en la época en que su país ya no podía competir contra los poderes del otro lado del Mediterráneo.