HEMINGWAY Y GELLHORN: ALTAVOCES DEL HORROR VIVIDO
Al igual que la pareja de fotógrafos Robert Capa y Gerda Taro formaron un buen tándem que expuso la barbarie de la guerra hasta la muerte de Taro – que tuvo lugar precisamente en el campo de batalla–, la pareja de escritores compuesta por Ernest Hemingway y Martha Gellhorn también ejerció como altavoz del horror. Mientras Hemingway escribía que, a través de la puerta abierta de su habitación, podía oír el tiroteo del frente a unas cuantas manzanas del hotel donde se encontraba, asegurando que era una suerte “estar tumbado en la cama en lugar de en Carabanchel o la Ciudad Univer- sitaria”, Gellhorn, que acabaría siendo la tercera esposa del escritor, describía para la revista Collier’s en qué se había convertido Madrid: “Una ciudad en la que te juegas la vida mientras acudes a comprar. Hay mujeres haciendo cola, las hay por todo Madrid; mujeres calladas, normalmente vestidas de negro, con bolsas de la compra colgando del brazo, esperando para comprar comida. Un obús cae al otro lado de la plaza. Vuelven la cabeza para mirar y se pegan un poco más a la casa, pero nadie deja su lugar en la cola. Después de todo, llevan allí tres horas y los niños esperan comida en casa”.