LA TREGUA DEL MANZANARES
Las confraternizaciones entre soldados de bandos enfrentados se han dado muchas veces a lo largo de la historia: una de las más famosas sería la tregua de Navidad, en la I Guerra Mundial. La Guerra Civil española no fue una excepción, y esta situación de camaradería pasajera y contra natura – prohibida y castigada como deserción– se repitió con cierta frecuencia ( en el argot de las trincheras, se le llamaba “hacer una paella”). Pero ninguna fue tan llamativa como la tregua del Manzanares del 1 de junio de 1937, acaecida en una explanada de tierra que aún se usa como informal campo de fútbol entre la Colonia del Manzanares y la tapia de la Casa de Campo. Allí, en el estabilizado frente de Madrid, se reunieron a las 13: 00 horas 400 combatientes de ambos bandos, incluidos oficiales, que, con la excusa de jugar un partido, pasaron casi dos horas bebiendo, fumando, charlando en corrillos, intercambiando cartas, abrazándose y hasta besándose. Cuando la cosa estaba a punto de pasar a mayores – ya se hablaba de abandonar las armas–, la irrupción de los mandos, avisados de tan conmovedor jolgorio, frenó en seco la tregua. Algunos oficiales participantes, tanto republicanos como franquistas, fueron juzgados por ello y condenados.