LA NUEVE
Fue una mítica compañía de refugiados españoles que lucharon contra el nazismo. No serían los únicos: tanto en las filas de la Resistencia francesa como encuadrados en los ejércitos aliados, cerca de 35.000 republicanos participaron en los distintos escen
Muchos de los españoles refugiados en Francia tras la Guerra Civil se enrolaron en unidades galas conocidas como “compañías de trabajadores extranjeros”, que se dedicaban a la construcción de infraestructuras militares. Cuando estalló la II Guerra Mundial, en septiembre de 1939, eran unos 40.000, pero en la primavera de 1940, antes de la invasión alemana, ya eran casi el doble. Unos 6.000 se alistaron en la Legión Extranjera, y de estos la mitad fueron destinados a Argelia. Estos republicanos lucharon con la esperanza de que, tras la victoria sobre Hitler, los aliados ayudasen a derrocar a Franco. La victoria alemana en Francia supuso la muerte de unos 5.000 españoles y el cautiverio de más de 70.000, de los que unos 10.000 acabaron en campos de concentración, sobre todo el de Mauthausen. Así, los que no pudieron escabullirse fueron empleados en trabajos forzados, pero los que lograron esconderse o fugarse se incorporarían, en su mayoría, a la Resistencia.
GENTE PREPARADA Y COMPROMETIDA
En un primer momento se limitaron a camuflarse como simples trabajadores, sin todavía coger las armas. La debacle moral que supuso la rendición y colaboración del Gobierno de Vichy había paralizado a los mismos franceses, que no supieron cómo reaccionar. Pero, con el afianzamiento de De Gaulle como alternativa y, sobre todo, a raíz de la invasión alemana de la URSS, la Resistencia francesa comenzó a organizarse. Enseguida se apreció la preparación militar de los republicanos españoles, que, junto con sus firmes convicciones ideológicas ( la mayor parte eran comunistas y anarquistas), los convertía en un elemento de enorme valor. De esta manera, desde 1941 hasta 1944 sus efectivos no dejaron de incrementarse y participaron tanto en el maquis francés como unidades exclusivamente españolas. Estas últimas dependían del PCE, como el XIV Cuerpo de Guerrilleros Españoles, creado en abril de 1942, que llegó a operar en treinta departamentos y en todo el sur de Francia. Se calcula que, en total, unos 20.000 guerrilleros es-
pañoles combatieron contra los ocupantes a lo largo de toda la contienda. Su primera acción fue en la capital de los Pirineos Atlánticos, Pau, en abril de 1941, cuando protestaron contra un discurso colaboracionista de Philippe Pétain. Desde entonces, sus actividades fueron creciendo en importancia, lo que obligó a varias divisiones nazis a emplearse a fondo contra ellos.
Se calcula que un total de 20.000 guerrilleros españoles combatieron durante toda la contienda mano a mano con la Resistencia francesa
EN LA RESISTENCIA
Realizaron miles de asaltos, atentados y sabotajes que alcanzaron su punto culminante en las semanas previas al desembarco de Normandía, contribuyendo a su éxito. Posiblemente, la acción militar más importante en la que participaron fue la llamada Batalla de la Madeleine, en 1944. Al mando estaba Cristino García, quien con su acción impidió el desplazamiento de los alemanes hacia el norte de Francia para frenar a los aliados. Al frente de solo unos cincuenta guerrilleros, logró minar todos los puentes y emboscar a una caravana alemana de unos sesenta vehículos con unos mil hombres: todos cayeron muertos o pri- sioneros. Dos años después, Cristino García fue capturado y fusilado en Madrid cuando trataba de organizar la guerrilla en el centro de España. Otro de los más destacados jefes fue José Antonio Alonso, alias “comandante Robert”, que al mando de 300 hombres liberó la ciudad de Foix en 1944 aprovechando la retirada alemana, y participó también en las tomas de Tolouse, Limoges, etc. En mayo de ese año, la resistencia española pasó a llamarse Agrupación de Guerrilleros Españoles; encuadraba a 10.000 combatientes y, aunque luchaba coordinada con el maquis galo, no ocultaba que su objetivo final
era prepararse para la invasión de España y el derrocamiento de Franco.
EL FRENTE DE ORIENTE MEDIO
Una gran parte de los españoles que combatieron en el Ejército regular francés se integraron en la 13.ª Semibrigada de la Legión Extranjera, creada en febrero de 1940 en Marruecos y Argelia y compuesta por unos 2.000 hombres, de los que casi la mitad eran antiguos republicanos. Unos quinientos de ellos fueron enviados a luchar a Narvik, en Noruega, donde sufrieron unas 400 bajas. Tras replegarse a Inglaterra, los supervivientes se reencontraron allí con varios cientos de compatriotas que habían sido evacuados de Dunkerque. Reagrupados luego en África y Oriente Medio bajo el mando de los seguidores de De Gaulle, lucharon fieramente contra los colaboracionistas de Vichy.
A principios de 1942, pasaron al teatro de operaciones del norte de Libia para enfrentarse a alemanes e italianos. Su batalla más importante fue la de Bir Hakeim, en junio de 1942, en la que plantaron cara a las fuerzas de Rommel. En ese frente murieron cientos de españoles y otros muchos resultaron presos, con el agravante de que, al no ser reconocidos como fuerzas regulares por la Cruz Roja de España (por orden de Franco) ni por la francesa (por indicación de Pétain), podían ser fácilmente asesinados por los alemanes. Meses después también participaron en la Batalla de El Alamein,
y en febrero de 1943, con el Afrika Korps casi derrotado, se reagruparon en varias compañías de la 1.ª División de la Francia Libre, mandada por el general Philippe Leclerc. Parte de sus efectivos desembarcaron en Cavalaire en agosto de 1944 y subieron desde el sur de Francia hasta Alsacia, en donde acabarían su campaña. Al mismo tiempo, varios centenares también lucharon en Italia, integrados en las pocas unidades galas que participaron en dicho frente.
LA MÍTICA Y HEROICA NUEVE
La página más famosa la protagonizó la 9 ª Compañía, formada exclusivamente por españoles, por lo que pasó a ser conocida popularmente como La Nueve. Llevaban bordada la bandera republicana en el uniforme y los tanques, igualmente abanderados con los colores de la República, tenían nombres propios que evocaban las batallas de la Guerra Civil o la simple nostalgia del expatriado: Madrid, Guadalajara, Teruel, Don Quijote, Belchite, Guernica, España Cañí, Brunete... El 4 de agosto de 1944, tras el desembarco de Normandía, La Nueve se incorporó al ejército del general norteamericano George S. Patton. El día 7, sufrió su primera baja mortal y participó en la reducción de la Bolsa de Falaise y más tarde en la acción de Ecouché, en donde cayeron siete de sus hombres y otros diez resultaron heridos de gravedad.
De Gaulle deseaba que las primeras fuerzas aliadas que entrasen en París fueran francesas, y designó a la División Leclerc para tal fin. Tras hacer un desplazamiento de 210 kilómetros, el día 23 la unidad ya estaba a las puertas de la capital, en donde había estallado una insurrección popular que a duras penas trataba de
A principios de 1942, 2.500 soldados españoles se enfrentaron a alemanes e italianos en el norte de Libia
reprimir el general alemán al mando, Dietrich von Choltitz. Precisamente fue La Nueve la que entró primero, a las 21:22 horas del 24 de agosto de 1944, con un camión oruga a la cabeza llamado Ebro que conducía el teniente valenciano Amado Granell. En uno de los tanques, el bautizado como Teruel, se subió el fotógrafo Robert Capa, que ya había estado en la guerra de España, para acompañar a La Nueve en su entrada en la ciudad. Von Choltitz regaló al extremeño Antonio Gutiérrez su reloj como muestra de agradecimiento por haberle tratado bien en el momento de la rendición.
Al día siguiente, los españoles de La Nueve escoltaron a De Gaulle y participaron con su bandera en el desfile por los Campos Elíseos, algo que al general francés no le hizo mucha gracia, pues diluía los méritos galos en la reconquista de Francia. En los meses siguientes, la unidad hispana avanzó hacia Alsacia, tomó Estrasburgo y, ya en Alemania, siguió hacia Baviera y participó en el asalto al “Nido del Águila” en Berchtesgaden, que fue conquistado el 5 de mayo de 1945. Desde su llegada a Europa, los 144 hombres de La Nueve habían sufrido 35 bajas mortales, y otros 97 de ellos habían sido heridos, por lo que en los últimos combates solo quedaban útiles poco más de diez hombres.
JUNTO A INGLESES Y RUSOS
La presencia española en el ejército británico fue muy escasa. La unidad en donde se concentró la mayor parte fue la Spanish Company Number One, formada por unos 300 hombres. Eran los antiguos combatientes de Noruega y los evacuados de Dunkerque que no habían querido ir con los franceses a África. Se dedicaron a fortificar la costa inglesa y a otras tareas de ingeniería, y no pisaron el continente hasta mediados de agosto de 1944. Otro centenar escaso de españoles luchó en Siria contra las fuerzas de Vichy y, años después, en Creta contra los alemanes. Y otros pocos cientos combatieron en el norte de África a las órdenes de Montgomery, pero siempre en tareas auxiliares.
Tampoco fue numerosa la presencia de españoles en las filas soviéticas. A la URSS llegaron, tras la Guerra Civil, un millar de dirigentes comunistas con sus familias. Enrique Líster cifra en 749 los que se encuadraron en el Ejército Rojo, de los que morirían 204. La mayor parte de ellos se integró en la Brigada Independiente de Fusileros Motorizados de Destino Especial (OMSBON), que dependía del NKVD, y que tenía por misión la lucha guerrille-
ra en las zonas de la retaguardia ocupadas por los alemanes. Su 4.ª Compañía, con unos 125 combatientes entre los que había seis mujeres, era en su totalidad española. Luchó en la zona centro, pero otros 300 españoles fueron llevados al Cáucaso y a las costas orientales del mar Negro y luego a Crimea y Ucrania, donde intervinieron en los últimos combates por Jarkov. Las fuerzas partisanas españolas (unos 550 efectivos) participaron en cientos de operaciones tras las líneas alemanas. De ellos, unos 160 murieron en la guerra.
PILOTOS DESTACADOS
Cabe también citar las acciones de los pilotos españoles. Una decena aproximada se incorporó a las escuadrillas soviéticas al poco de iniciarse la guerra, y otros lo irían haciendo meses más tarde. José María Bravo fue el más famoso: en la Guerra Civil había derribado 12 aviones enemigos y en las filas soviéticas se le atribuyeron otras 11 victorias, siempre pilotando un Mosca I- 16. Llegó a escoltar a Stalin, con quien departió, en su vuelo a la Conferencia de Teherán.
Sin embargo, la mayoría de los jefes y oficiales veteranos de la Guerra Civil no recibieron ningún destino en el frente hasta los últimos meses de la contienda mundial; permanecieron todo el tiempo en Moscú o en la retaguardia, o recibiendo formación en las academias militares Voroshílov y Frunze. Antonio Cordón, Enrique Líster y Juan Guilloto “Modesto” fueron ascendidos a generales, pero para dirigir el nuevo ejército polaco y tratar de hacer lo mismo con las fuerzas de Tito en Yugoslavia. El PCE quería reservar a sus cuadros para la futura reconquista de España, y fue solo el empeño personal de algunos lo que les llevó a participar en la guerra, concretamente en las últimas ofensivas de los Balcanes y en la toma de Berlín. Entre los caídos más famosos estuvieron el hijo de La Pasionaria, Rubén Ruiz Ibárruri, que murió como teniente en la defensa de Stalingrado y fue condecorado por ello como héroe de la Unión Soviética, y el también teniente de artillería Santiago de Paúl Nelken, hijo de la política comunista Margarita Nelken, caído en Ucrania en 1944 y enterrado como héroe en la Plaza Roja.
Fuerzas partisanas españolas ( unos 550 hombres) participaron en cientos de operaciones tras las líneas alemanas