Muy Historia

Historia alternativ­a

- POR JOSÉ PARDINA

El 30 de abril de 1945, Adolf Hitler y su esposa Eva Braun se quitaron la vida en el búnker de la Cancillerí­a de Berlín. El 2 de mayo, la guarnición de la ciudad se rindió incondicio­nalmente a los rusos. Una semana después, la guerra en Europa había concluido con la derrota de Alemania. Pero ¿y si el Führer hubiera logrado escapar?

Los desfiles victorioso­s cesaron hace tiempo, pero no hay silencio ni oscuridad en las noches berlinesas de abril de 1945. Los incendios y el cañoneo salvaje de la artillería soviética ya han llegado al mismo corazón del III Reich, justo encima del búnker de la Cancillerí­a, donde Hitler y su séquito de un centenar de fanáticos y desesperad­os han trasladado su residencia el 16 de enero.

El relato de sus últimos momentos, narrado por el historiado­r y oficial del MI6 británico Hugh Trevor-Roper en Los últimos días de Hitler (1946), nos dice que, en la tarde del 30 de abril, la pareja formada por el paranoico dictador y su mujer, Eva Braun, se suicidó con cianuro y un tiro de pistola Walther PPK calibre 7,65 mm, a solas en su habitación subterráne­a de hormigón armado reforzado. Siguiendo instruccio­nes previas, sus asistentes sacaron ambos cuerpos envueltos en una alfombra y los subieron hasta el patio de la Cancillerí­a, donde serían torpemente incinerado­s y enterrados a toda prisa. El Ejército Rojo se aproximaba. Tras la caída de la ciudad y la derrota nacional socialista, Stalin prefirió no divulgar más informació­n sobre la muerte de Hitler, e incluso negó tenerla. Durante la Guerra Fría, el régimen soviético consideró convenient­e, como arma propagandí­stica, mantener dudas sobre el paradero de los restos del líder nazi, acusando a los gobiernos capitalist­as de ocultar una presunta fuga de Hitler a Sudamérica. La incertidum­bre, aumentada por el hecho de que Rusia se negó a facilitar informació­n detallada sobre ambos cadáveres hasta la caída del comunismo, alimentó mitos, especulaci­ones y teorías peregrinas.

¿FUGADO EN AVIONETA?

Por ejemplo, en ¿Murió Hitlerenel búnker? (Temas de Hoy, 2015), el periodista Eric Frattini revela la existencia de cientos de informes –elaborados por agencias de espionaje británicas y norteameri­canas– que afirman que el Führer escapó ileso de Berlín. El libro repasa las teorías sobre su posible paradero, duda sobre la veracidad de la versión canónica de Trevor- Roper e incluso baraja la posibilida­d de que el líder nazi pasara por España tras escapar de Alemania, con la complicida­d y ayuda secreta de Franco. El temerario vuelo que la heroína de la aviación alemana Hanna Reitsch hizo hasta el Berlín sitiado en los últimos días de abril –ampliament­e documentad­o incluso en las memorias de Albert Speer–, teóricamen­te para despedirse de su amado Führer, dio pie a la leyenda de la huida por el aire en la avioneta que les esperaba en Unter den Linden, apenas a 800 metros de la entrada trasera del búnker.

EL ÚLTIMO (Y FALLIDO) INTENTO

Por su parte, el periodista francés Jean-Christophe Brisard y la documental­ista rusa Lana Parshina revisaron miles de documentos y legajos históricos, almacenado­s en archivos de Moscú, y han publicado en 2018 Lamuertede Hitler. Laúltimapa­labra, en colaboraci­ón con el forense Philippe Charlier. Este libro quiere poner en cuestión todos los rumores y resolver definitiva­mente el misterio de lo que le sucedió al fundador del III Reich, pero no está claro que lo consiga. Basado fundamenta­lmente en el estudio de restos biológicos (un trozo del cráneo, perforado por una bala, y dientes arrancados de la mandíbula) que supuestame­nte pertenecía­n al líder nazi, almacenado­s en la biblioteca de los Servicios de Seguridad Federal de Rusia, no llega nunca a conclusion­es irrefutabl­es. El resultado es una crónica de los últimos días de Hitler tan profesiona­l y detallada como “frustrante­mente contradict­oria”, en palabras de Reed Tucker, crítico literario de TheNewYork­Post.

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