5 “Sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”
(Winston Churchill, 1940)
Aunque se suele abreviar como “Sangre, sudor y lágrimas” – el propio Churchill utilizó esta forma para nombrar una recopilación de sus peroratas–, la expresión completa usada por el primer ministro británico, que acabó sirviendo de título al discurso, fue “Blood, toil, tears and sweat”. Lo pronunció en la Cámara de los Comunes del Reino Unido tras tomar posesión del cargo en sustitución de Neville Chamberlain y en el contexto de la Batalla de Francia, cuando las fuerzas aliadas se veían incapaces de hacer frente a la Alemania nazi: “No tengo nada que ofrecer sino sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”. Su invocación al coraje y el sacrificio fue un revulsivo patriótico que dio la vuelta a la Segunda Guerra Mundial.