Elena Poniatowska y Monsi y Vais
Hélène Elizabeth Louise Amélie Paula Dolores Poniatowska Amor es el “ligero” nombre de esta escritora mexicana, nacida en París de la unión del heredero de la corona polaca, Jean Evremond Sperry Poniatowski, y una mujer mexicana. Normal, entonces, que para nombrarnos a nosotros cogiese el cuchillo y separase en dos el apellido de su querido amigo el escritor Carlos Monsiváis. Había que aligerar la carga por algún lado, máxime cuando se está atenta a las desigualdades sociales. Yo, la gata, soy Vais; mi compañero, el gato, es Monsi. Pero no fuimos los únicos felinos de su vida: nos precedieron Gazpacho y Silvana. Ya el origen de sus nombres lo tienen que imaginar ustedes: alguna conmoción con una coma o un punto, o quizá con un párrafo mal hallado, y eso que comenzó a escribir crónicas a los 19 años, con más instinto que oficio; un instinto que la llevó a estar en primera línea de los sucesos de su país, como la matanza de la Plaza de las Tres Culturas o de Tlatelolco en 1968, y que dio origen a algunos de sus mejores y más certeros libros, como La noche de Tlatelolco (1971) o Nada, nadie. Las voces del temblor (1988).
Entre periodismo y ficción, ha tenido tiempo para escribir sobre nosotros también. En Sansimonsi ( 2013) nos dejó decir impertinencias y burlarnos del gobierno de turno. “Doña Flageles”, como la llama su hijo Federico por su tendencia a relegarse y flagelarse, se trajo a casa el Premio Cervantes en 2014. Ella solo dijo: “Hay que tomarse las cosas como van viniendo, sin alborotarse demasiado”. Nosotros, por una vez, no hicimos mucho ruido.