DIOSES CON PIES DE BARRO
Se ha aducido como uno de los factores determinantes en la victoria de los españoles la ventaja que les proporcionó el ser confundidos con personajes divinos presentes en muchos relatos míticos precolombinos. El más famoso de ellos sería la leyenda del gran dios de los aztecas, Quetzalcóatl. En esta se contaba que el creador de los hombres, un dios de tez blanca y pelo y barba rubios, había prometido volver un día del mar del Oriente para acabar con el mandato del último emperador mexica. De este modo, los aztecas – incluido el mismísimo y contrariado Moctezuma II– creyeron que Hernán Cortés, el hombre con el rostro pálido y luengas barbas, era el dios que regresaba, acompañado de otros semidioses en forma de centauros de dos cabezas ( los jinetes y sus monturas). No obstante, aunque sin duda en un principio estas creencias inclinaron la balanza del lado de los invasores, una vez revelada su verdadera y muy humana naturaleza quedaron aún más al descubierto la inferioridad numérica de los españoles y sus debilidades.