LA ETERNA RIVALIDAD CON VELÁZQUEZ
El largo enfrentamiento de Cortés con Diego Velázquez, gobernador de Cuba, complicó la conquista de México y dividió al principio a la fuerza expedicionaria en dos bandos. En algunos casos, a Cortés no le tembló la mano a la hora de recurrir a las medidas más drásticas contra quienes se le opusieron o rebelaron. Ya al poco de fundar Veracruz, condenó a la horca a los líderes de un motín para robar un barco con el que volver a Cuba, sentenciando al que iba a ser piloto de la nave a que se le amputaran los pies. Por ello, no es de extrañar que él también fuera objeto de intentos de asesinato por parte de los fieles de Velázquez. Uno de los casos más extremos ocurrió poco antes del sitio de Tenochtitlán, cuando Antonio de Villafaña concibió un plan para acabar no solo con Cortés, sino también con sus principales capitanes, Pedro de Alvarado y Gonzalo de Sandoval. La conspiración fue descubierta y Villafaña acabó, cómo no, en la horca. Diego Velázquez llevó su querella ante la justicia del propio rey, tachando a Cortés de traidor a la patria. Pero este, en 1522, fue reconocido por Carlos V como gobernador de la provincia de Nueva España – nombre que se dio a México–, al tiempo que se ponía coto a las ambiciones de su rival.