CHAMBERLAIN, EL APACIGUADOR CIEGO
El primer ministro británico Neville Chamberlain personifica como nadie la ceguera de las potencias europeas frente a los planes expansionistas de Hitler. Su política para contener a los fascismos alemán e italiano con concesiones o mirando hacia otro lado quedó retratada en esta histórica frase de Winston Churchill: “A nuestra patria se le dio a elegir entre la humillación y la guerra. Ya aceptamos la humillación y ahora tendremos la guerra”. Chamberlain regresaba entonces de pactar en Múnich la anexión de los Sudetes a Alemania y la entrega a su suerte de Checoslovaquia. La prensa británica lo llamó “el hombre que trajo la paz”.
Su papel fue decisivo en la política de no intervención en la Guerra Civil española: forzó a Francia a no prestar ayuda a la República frente a la sublevación franquista. Tampoco supo ver la conexión de nuestro país con los planes de Hitler. En sintonía con ello, Chamberlain se apresuró a reconocer al general Franco el 26 de febrero de 1939.
Su visceral anticomunismo le hizo rechazar asimismo el pacto que la URSS ofreció al Reino Unido y Francia ante el expansionismo alemán. La negativa del primer ministro británico por el temor a provocar Hitler produjo todo lo contrario: el acuerdo de Stalin con Alemania y la vía libre para que el líder nazi emprendiera la guerra.