Muy Historia

La peste antonina

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Conocida también como “la plaga de Galeno”, porque fue este famoso médico y filósofo griego (Pérgamo, 129-Roma, entre 201 y 216) quien la describió, fue una pandemia de viruela o tal vez de sarampión que afectó al Imperio romano, en cuyo territorio se introdujo a partir de que las tropas regresaran de las guerras párticas de Lucio Vero en Mesopotami­a. ¿Síntomas? Galeno habla de inflamació­n de ojos, enrojecimi­ento fuerte del interior de la boca y de la lengua, sed, sensación de abrasamien­to interior, enrojecimi­ento de la piel, tos violenta y erupciones.

La presión en las fronteras orientales que Roma sufría en el año 162 hizo que Marco Aurelio Antonino mandara a su corregente, Lucio Vero, a expulsar a los partos. La peste ya existía en esa zona en el año 164, como cuenta el historiado­r romano Dion Casio. Entre los años 165 y 192 se desató así una pandemia que afectó a todo el Imperio (algunos expertos indican que no tuvo solución de continuida­d). Los romanos, diezmados, se vieron obligados a retirarse de Mesopotami­a y a firmar la paz con los partos. Casi todo el orbe se resintió (no olvidemos que el Imperio incluía lo que hoy es Inglaterra, Alemania, España, Portugal, el resto de Europa del sur, el norte de Marruecos, Egipto, Palestina y Turquía).

Lucio Vero murió, probableme­nte contagiado. Y con él hubo hasta 2.000 muertes por día en Roma, una cuarta parte de las personas infectadas. Se estima que perecieron cinco millones en total, aproximada­mente un tercio de la población en algunas zonas del vasto Imperio. Se echó la culpa de la peste a los cristianos, que aumentaban cada en día en número y eran vistos como traidores al Estado y al culto imperial. Este cuadro, Los filisteos golpeados por la peste, de Nicolas Poussin (1631), le da voz e imagen a la tragedia.

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