La gripe española que fue mundial
De española tenía poco, pero ha pasado así a los anales de la historia. Su nombre obedece al espacio que nuestra prensa le dedicó: España, al no estar involucrada en la Gran Guerra, no censuró la información sobre la enfermedad que devoraba a toda Europa. El pintor expresionista Edvard Munch (en el cuadro) se autorretrató a sí mismo tras haberla superado en 1919. Cuando contaba cinco años, su madre murió de tuberculosis, y poco después su hermana. “La enfermedad, la locura y la muerte fueron los ángeles que rodearon mi cuna y me siguieron durante toda mi vida”, escribió. Considerada la pandemia más devastadora de la historia humana, ya que en solo un año mató a entre 20 y 40 millones de personas, estuvo provocada por un virus Influenza A. La infección se manifestaba con síntomas como fiebre, mialgias, astenia, cefalea, tos seca, dolor de garganta, problemas gastrointestinales y malestar general. La complicación más importante fue la neumonía. Y, a diferencia de otras epidemias de gripe que afectaban principalmente a los niños y los ancianos (las personas más vulnerables y cuyo sistema inmunológico es más débil), sus víctimas fueron también jóvenes y adultos saludables y animales de compañía como los perros y los gatos. Se cree que el origen del virus estuvo en Estados Unidos (se afirma que el primer caso se registró el 4 de marzo de 1918 en Camp Funston, uno de los campamentos militares establecidos en Kansas tras el comienzo de la I Guerra Mundial).