Muy Historia

Entrevista: Chufo Lloréns

- GEMA BOIZA PERIODISTA

Amante de la novela histórica, de la que es uno de sus máximos exponentes, y en plena promoción de su último libro, El destino de los héroes (Grijalbo, 2020), Chufo Lloréns (Barcelona, 1931) nos recibió en un hotel de la Gran Vía de Madrid para hablar de literatura, historia, economía, política, pasado, presente y futuro.

Acaba de publicar Eldestinod­eloshéroes. ¿ Cómo define esta novela? Como la historia de una familia que tiene sus aristas, sus luces y sus sombras, en una época convulsa como fue la primera mitad del siglo XX. Es una historia que se desarrolla en París, Madrid, Barcelona, San Sebastián y Caracas y que tiene como telón de fondo la Guerra del Rif y la guerra europea. Y es una novela en la que – honestamen­te lo creo– cada personaje tiene una trayectori­a realmente interesant­e.

Usted, que es un escritor costumbris­ta que describe tan bien los paisajes, los personajes, las emociones, ¿cuál diría que es la emoción predominan­te en esta novela?

Diría tres: el amor, el desamor y la envidia. Eldestino de los héroes es una saga que se desarrolla en diferentes escaparate­s, en diferentes paisajes, tanto físicos como de modas, y en diferentes momentos. Es la historia de dos hermanos enamorados de la misma mujer y de los celos irreparabl­es que uno siente por el otro. Es una novela que habla de eventos absolutame­nte crueles, de otros totalmente costumbris­tas y amables, como los veranos de San Sebastián, y de muchos otros apasionant­es como el desarrollo del ferrocarri­l y del automóvil. ¡ Los primeros años del siglo XX fueron apasionant­es!

¿ Cómo está la novela histórica en estos tiempos tan convulsos para la literatura (y en general)?

La novela histórica es vocacional tanto para el que la escribe como para el que la lee. Yo escribo novela histórica porque me apasiona la historia. La novela histórica es un género que cada día tiene más adeptos, y sus lectores son personas que quieren aprender y conocer detalles de una época sin importarle­s la cantidad de páginas que tenga un libro.

¿Son los detalles los que enganchan a los lectores de novela histórica?

Esos detalles y lo que cuentan los lectores. Si un lector habla bien de tu obra seguro que engancha a otro y ese

otro a otro más y así sucesivame­nte. La novela histórica bien explicada y bien contextual­izada en sus ambientes y con anécdotas tiene un gancho muy especial para la gente, sobre todo cuando se entera de cosas que no sabía. Como decía Alejandro Dumas, la anécdota es el clavo donde yo ato mis personajes.

¿ Cuál es la principal amenaza que se cierne sobre la novela histórica, en particular, y sobre la literatura en general?

El libro no morirá nunca, persistirá a través de los tiempos. Y la lectura, sea en los medios que sea, sobrevivir­á. Cuando nació el cine se dijo que el teatro estaba muerto, y ahí está, bien vivo; cuando salió la televisión se dijo que la radio estaba muerta, y ahí está; y ahora se dice que las redes sociales podrían hacer mucho daño a los libros. Siempre hay algo que te ata a una cosa. La novela histórica hace el oficio de Joan Manuel Serrat cuando canta a Antonio Machado o a Miguel Hernández, porque a través de sus canciones hay alguien que se engancha y busca poesía. Lo mismo ocurre con la novela histórica, al dejar un poso que hace que el lector diga “he aprendido algo nuevo”.

¿ Qué o quién ha sido y es su fuente de inspiració­n?

Yo me he inspirado muchas veces en algunas de las novelas históricas que en mi opinión son absolutas obras maestras, como Ben-Hur, QuoVadis o Loqueelvie­ntosellevó. Y también en algunos que para mí son grandes maestros, como Santiago Posteguill­o o Alejandro Núñez Alonso, quien me introdujo en la novela histórica. Él me cambió la vida cuando tenía 20 años. Cuando lo descubrí, llegué a fingir que estaba lesionado para no ir ni a jugar al rugby por la mañana ni a ver a mi novia de aquel entonces por la tarde para quedarme leyendo. Gracias a él, hoy soy escritor.

¿ Quién es la primera persona que lee sus novelas?

Mi mujer. Cada día, cuando acabo de escribir le leo lo que he escrito.

¿ Cuál es la mayor lección que le ha enseñado la literatura?

La autodiscip­lina. Cuando escribes, nadie te obliga, no tienes jefe, te pones tú y te tienes que poner cada día, porque si no pierdes el hilo del relato y al cabo de dos días te cuesta mucho enganchart­e. Esa autodiscip­lina te marca unas pautas y unos trucos para escribir que desde luego son muy personales y particular­es de cada uno.

Ahora que habla de trucos, ¿ tiene algunos cuando se sienta a escribir? ¿Alguna manía?

Para empezar, yo no escribo, yo dicto a una máquina que tengo conectada al ordenador. Tengo los dedos con reuma y no puedo escribir. Descanso los fines de semana, solo escribo por la tarde y a veces por la noche, pero nunca por la mañana. Y casi siempre lo hago acompañado de mi perrita Pizca, que cada tarde sobre las siete menos cuarto me ladra para que vaya a merendar, y de paso le dé la merienda a ella. ¿ Qué más cosas? Siempre tengo al lado un vaso de agua fría y el teléfono, pero en silencio. Escribo como máximo una página y media y como mínimo media página cada día. Normalment­e, dedico la primera media hora a pensar. No soy de inventos raros: me gusta que la novela en el planteamie­nto atrape al lector, en el nudo despierte su curiosidad y en el desenlace le sorprenda, pero con coherencia. Tengo claros los puntos por donde quiero que pase; sé por dónde tengo que ir, pero no sé dónde acabaré. Escribir es como seguir un camino en el que ahora ves el río, ahora la ermita, ahora la posada...

¿ Qué le diría a una persona que quiere dedicarse a escribir?

Le diría que nunca renuncie a su sueño, aunque un agente literario o una editorial le digan que su novela no cuadra con su forma de actuar; que persevere. Aunque le digan “Oye, esto no tiene futuro”, que siga. En este mundo, si es posible, has de hacer lo que te gusta, porque si no vivirás hundido toda la vida.

Nunca es tarde para hacer lo que realmente te gusta. Eso sí, antes de meterte en la aventura de escribir y con ello ganar dinero has de tener asegurada la vida, sin pretension­es. Cuando supe que la tortilla de patatas y la sopa de arroz las tendría aseguradas, aunque viviera 105 años, fue cuan

do me puse a escribir. He tenido varias vidas en una. Tuve una sala de fiestas, debuté en Madrid (en Pasapoga) como humorista en 1961, luego actué en el Price y en Florida Park, fui mánager de Pedro Ruiz y Moncho Borrajo, jefe de casting de Valerio Lazarov... hasta que un día me puse a escribir. Por eso no admito que nadie me diga: “Estoy en el paro”. Un título es la certificac­ión de que sabes de algo, pero no es una patente de trabajo. Al paro no se debe ir nunca, en la vida hay que hacer cosas.

A alguien que ha tenido tantas vidas en una, ¿ qué es lo mejor que le ha enseñado la vida?

Que hay que hacer, trabajar, levantarse, funcionar... Quien tiene tenacidad, se esfuerza y es constante cuenta con una baza muy importante. Si no trabajas no tienes éxito, y si trabajas puedes tenerlo o no, pero al menos cuentas con una posibilida­d. Escribir es lo mejor que me ha pasado en la vida. La felicidad consiste en tres cosas: vivir con la pareja que quieres, no tener jefe y hacer lo que te gusta. ¡Y tengo todo!

¿ Esa constancia es casi un superpoder en la sociedad actual?

Hay gente que la tiene. Por lo general, tiene más constancia y fuerza el que ha pasado penurias de pequeño que aquel al que le han dado todo hecho, porque sabe lo que es tener que esforzarse y luchar. El otro es un blando y a la primera contraried­ad se rinde. El de abajo, no.

Hablando de superpoder­es, ¿cuál le gustaría tener a usted?

Es muy probable que el último libro publicado por Chufo Lloréns, El destino de los héroes (La Esfera de los Libros, 2020), se convierta en otro best seller en su trayectori­a literaria. Esta, iniciada en 1986 y centrada en el género de la novela histórica, comprende títulos como La otra lepra (1993), Catalina, la fugitiva de San Benito (2001), La saga de los malditos (2003), Mar de fuego (2011) o La ley de los justos (2015). Pero, sin duda, su éxito más resonante lo obtuvo con Te daré la tierra (2008), que fue todo un fenómeno superventa­s en el día de San Jorge (23 de abril) del año de su publicació­n y sigue en las listas de libros más vendidos.

Me gustaría maximizar algún poder que ya tengo, como la memoria. Tengo una memoria poderosísi­ma que es un gran regalo, porque sin ella no se pueden escribir novelas en las que hay cien personajes. Sin memoria no haces nada.

¿Qué le saca de quicio?

La gente que se autoalaba y esos egos desmedidos que hay ahora. Nadie es nadie. Como dice el papa Francisco, de quien soy fan, “cuando acaba la partida, el peón y el rey van a la misma caja”. La empatía y la humildad me gustan. La gente humilde me encanta.

¿Hay algo que le quite el sueño?

El futuro del país, porque tengo a mis hijos y mis nietos y lo veo mal. No me gusta lo que veo, porque ya lo he visto una vez y acabó muy mal. Y ahora tiene pinta de volver a acabar mal. Por eso procuro que mis hijos eduquen a sus hijos muy mundiales, que hablen idiomas... No me gusta el talante de la gente de arriba, los veo francament­e muy mediocres. No admiro a ninguno, no hay ninguno al que mire y me diga: “Estoy en buenas manos”.

¿Cuál sería el primer deseo de su lista?

Obligar a que los que mandan tengan una trayectori­a apropiada. Para que yo confíe mi barco y esté tranquilo en la travesía, ha de haber un capitán que sepa leer la brújula y la carta. No veo un rumbo fijo en este país, y sí una gente mandando muy mediocre.

Ha pasado un siglo desde la época en la que se ambienta su última novela. ¿ Cómo ve la España y la Europa de ahora, cien años después?

La ventaja es que ahora no hay ideologías como el comunismo y el nazismo. Las ideologías me aterran. Sin ley no existe nada y saltarse la ley es un desastre. La ventaja ahora también es que no hay dos ejércitos como en 1936, cuando había el ejército de África y el de la península; si no, se arma otra vez. Hay cosas que en otros países son delito y aquí suceden sin que pase nada, y aquí se falta a la ley flagrantem­ente y no pasa nada, y aquí el jefe de gobierno permite cosas que en cualquier otro país no se permitiría­n.

¿A quién le gustaría dedicar un libro?

A Nelson Mandela, porque fue un hombre de paz, absolutame­nte fundamenta­l para la historia, que se enfrentó a unos problemas brutales de racismo en Sudáfrica, que salió sin rencor de la cárcel pese a que estuvo encerrado muchísimos años y que supo apagar el odio que había y darle una entidad a la raza negra que no tenía.

¿Tiene algún proyecto en mente?

Ya estoy escribiend­o otra vez, yo no puedo parar. Además, te diré una cosa: el viejo que tiene proyectos envejece más tarde. Se puede vivir de recuerdos y de proyectos. Yo quiero vivir de proyectos.

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