Muy Historia

LA EDAD DE PLATA Y EL PERIODISMO FILOSÓFICO

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La Edad de Plata de las letras españolas tuvo como principale­s protagonis­tas a los periódicos, suplemento­s y revistas culturales de prestigio que nacieron entre los años 1898 y 1936, teniendo como alfa el Desastre de Cuba y como omega la Guerra Civil española. Durante esta época, uno de los mayores referentes del universo editorial de nuestro país fue Revista de Occidente, publicació­n fundada en 1923 por José Ortega y Gasset y cuyo objetivo era emular a otras revistas filosófica­s y culturales europeas. Entre las páginas de las revistas españolas de principios del siglo XX, diversos pensadores y políticos aprovechar­on para disertar sobre sus ideas y teorías. No obstante, esto no redundó en un empobrecim­iento del cultivo filosófico en sí, ni en la creación de grandes ensayos literarios. Tal y como indica el filósofo Fernando Savater: “Se tiene la impresión de que en España no se hacía filosofía, sino periodismo filosófico, algo que algunos reprochan a Ortega y Unamuno, pero no es cierto: en España había un pensamient­o a la altura de lo que se hacía en Europa”.

PARTIDO REPUBLICAN­O RADICAL.

Marcelino Domingo Sanjuán (18841939; en el centro de la imagen) fundó este partido en 1929 y se convirtió en su líder. La agrupación Acción Republican­a de Azaña, de la que Luis Abad fue cabeza visible, se fusionaría con el partido de Domingo.

tarde se fusionaría con el Partido Radical-Socialista de Marcelino Domingo. Durante esta agitada época de implicació­n social, el filósofo no solo no dejará de escribir, sino que será capaz de crear una de sus obras cumbres: Sentidopsi­cológicode­lafelicida­d (1934).

“El instante no es un momento incontable del tiempo, sino el necesario para captar una situación vital, el que necesitamo­s para tomar una decisión, noción en la cual se ve claramente que el tiempo se liberó del espacio, y al hacerlo se humanizó entrando en los planos de la voluntad”. (Instanteyv­oluntad, Luis Abad).

En su primer intento de exiliarse, Abad trata de huir en un barco carbonero británico llamado Stanbrook que evacuaba refugiados republican­os desde Alicante. Sin embargo, poco después de que el buque arribe a Orán, el maestro es capturado junto con sus veinte compañeros y aprisionad­o en el campo de concentrac­ión de Boghari, muy cerca del Sáhara. Tras un tiempo recluido, el filósofo, quien también era un pintor muy diestro, fue capaz de salir en libertad luego de realizarle al secretario de prisiones un retrato que debió ser de su agrado. Durante la posterior década residió en Orán, donde se sostiene dando clases de matemática­s e inglés y también con la venta de sus propios cuadros. En la orilla africana, el filósofo realiza varias exposicion­es que le harán labrarse un futuro como artista. La primera tuvo lugar en la galería de arte de Orán y la segunda en la ciudad argelina de Sidi Bel Abbes. Más tarde, llegados los aliados a las costas argelinas, Luis Abad ofrecerá a dicho ejército sus servicios como intérprete y será comentaris­ta radiofónic­o y enviado especial en Rabat. También durante estos tiempos tradujo obras del inglés y del

francés al castellano, y viceversa. Todo ello contribuir­á a que el artista pueda viajar a París poco tiempo después y reunirse así con su mujer, la doctora Antonia Castillo, que lo aguardaba allí (solo llevaban casados seis meses).

El moderado éxito de Luis Abad como artista plástico será el que finalmente le otorgue el dinero necesario para ir a Francia. Aunque esta pasión por el óleo adelgazó en gran parte su producción literaria, en su etapa francesa sería capaz de compaginar el lienzo con la pluma de una manera casi óptima. Será en estos fructífero­s años donde el autor recolecte todo un universo metafísico y cultive un modo propio de filosofía. A comienzos de los años 50, combina sus estudios en la Sorbona con ser profesor de español en el Lycée Henri IV. Pero también volcará gran parte de su atención en colaborar con sus ensayos filosófico­s en diversas publicacio­nes. En el año 1953, el filósofo y su familia pudieron ser acogidos finalmente en México. Tan solo un año más tarde, saldrá a la luz tanto en lengua francesa como en castellano una de sus obras más notables: Lafilosofí­adelinstan­te. No obstante, los primeros años en el país azteca resultaron inhóspitos para el filósofo, quien buscará triunfar con su arte, llegando a realizar numerosas exposicion­es. A pesar de ser reconocido su valor como escritor, Abad deberá mantenerse a base de escritos moldeados para revistas como CuadernosA­mericanos Humanismo y diarios como ElNacional o Excélsor.

No es hasta alcanzar un inmenso recorrido en las humanidade­s, ya en el año 1956, cuando el ahora sexagenari­o filósofo consigue un puesto de catedrátic­o en la Universida­d Nacional Autónoma. Tras una década ejerciendo su más adulta maestría en todos los aspectos que lo definen ( pintor, maestro y filósofo), Abad decide pincelar su jubilación en su extrañada Almería, concretame­nte en la villa de Gádor. Sus últimos momentos dejaron para la eternidad su obra póstuma: Presenciav­iva delhombrea­ctual (1972).

Cerca de su ocaso, el autor donó gran parte de su obra al Instituto Nicolás Salmerón, cuyo biblioteca­rio editaría Niñezyfilo­sofía, un facsímil de 1956 que reproduce algunas pinturas del filósofo. Luis Abad fallecerá a los 76 años. En su Almería natal y vital sigue siendo recordado como el maestro que con delicados trazos y palabras coloridas cuidó de miles de infancias entintado de un espíritu revolucion­ario y un afecto particular por la esencia humana más pura.

oIniciaron su aventura metafísica en orillas opuestas, pero les unió su pensamient­o precoz y futurista

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