Una vida y una carrera fugaces
Taro recorrería en un año diferentes puntos del territorio español retratando las fábricas de munición en Madrid, las desastrosas condiciones de los refugiados que llegaban a Almería tras escapar de la brutal ofensiva que Queipo de Llano había comandado sobre Málaga o las esperanzas que milicianos y partidarios del Frente Popular tenían a comienzos de la guerra en Barcelona.
Siguiendo esa frase que todo fotógrafo conoce de Robert Capa (“Si una fotografía no es lo suficientemente buena, es que no estás lo suficientemente cerca”), documentó la batalla de Brunete de 1937 increíblemente cerca, jugándose la vida en cada instantánea y perdiéndola en plena retirada de las tropas republicanas ante la contraofensiva franquista. La fotógrafa alemana fue arrollada por un tanque T-26 ruso del ejército republicano, pero no murió al instante: llegaría al hospital de El Goloso en El Escorial sujetándose las tripas. Falleció un día después, poco antes de cumplir 27 años.
Taro, comprometida con la causa republicana, valiente y libre, dejó unas imágenes fascinantes que prueban que podría haber sido una de las grandes fotoperiodistas del siglo XX. Su trabajo en la Guerra Civil, encontrado en buena medida dentro de la llamada Maleta Mexicana, ha estado durante años olvidado frente al mito de su compañero Robert Capa. Poco a poco, su figura emerge de forma reveladora.