PACTOS CON LA ITALIA FASCISTA
Como afirma el estudioso Ángel Viñas, desde el principio de “su corta vida de conspiradores contra la República”, los monárquicos alfonsinos demostraron una firme voluntad de buscar apoyo exterior para sus planes. El régimen fascista de Mussolini era un ejemplo para los conjurados, que anhelaban instaurar un sistema parecido, en el cual Franco no hubiera sido nunca el único protagonista. Sus pretensiones pasaban por restaurar la monarquía, con un regente al frente ( el general Sanjurjo) y un gobierno fuerte comandado por José Calvo Sotelo.
Ya en 1932 el gobierno de Mussolini habría apoyado de manera encubierta el golpe de Estado del general Sanjurjo. El primer contacto tuvo lugar en abril, cuando visitó Roma el aviador monárquico Juan Antonio Ansaldo, quien podría haberse entrevistado con el político y militar fascista Italo Balbo con el fin de pedir ayuda para la sublevación. Entre el 31 de marzo y el 1 de abril de 1934, se rubricó un acuerdo mediante el cual altas instancias de la política italiana se comprometieron ante un grupo de conspiradores españoles a prestar apoyo financiero y militar a un golpe de Estado contra el gobierno republicano. Viñas defiende en su obra ¿Quién quiso la Guerra Civil? Historia de una conspiración (Crítica, 2019) que aquel pacto inició un creciente acercamiento al fascismo de las fuerzas antidemocráticas españolas. Con la victoria del Frente Popular en febrero del 36, la necesidad de los conspiradores de conseguir material bélico moderno se hizo más acuciante. La llegada de 40 aviones italianos tripulados por personal cualificado resultaría esencial para el triunfo de los planes de Franco durante la sublevación militar de julio.