Historia en el arte
La segunda mitad del siglo XIX en la pintura está marcada por grandes obras al estilo clásico, por la figuración realista y por una vuelta a la mirada de los maestros de la academia, lo que llegó a fraguar una corriente que se conoce, precisamente, como pintura academicista.
Un excelente representante de esta corriente, y no excesivamente conocido por el gran público, es el francés Édouard Debat-Ponsan (18471913). La pintura academicista es un género primo hermano de la pintura prerrafaelita en cuanto a forma, pero con la particularidad de que se trata de un estilo en el que los asuntos abarcan un amplio abanico de temáticas, desde retratos épicos hasta escenas de lo más naturales y cotidianas o tambien eróticas. Todo ello sin perder de vista la huida de los aspectos más desagradables de la realidad: es como una mirada al mundo real pero a través de unas gafas idealizadas.
Debat- Ponsan presenta en esta obra una escena cotidiana de dos mujeres en un hammam oriental. Estos lugares, comúnmente conocidos como baños turcos, son enclaves donde la relajación es el objetivo, al cual se llega gracias a baños de vapor y masajes que limpian el cuerpo y hacen que la mente se evada. Estos baños turcos se dan a conocer en Occidente en la época bizantina en ambientes primero populares, aunque son muy similares a las casas de baños que existieron entre los romanos y los griegos; luego, durante la expansión islámica del siglo VIII, conocen una difusión cada vez mayor.
En la edad contemporánea, con el auge de los viajes a Oriente por parte de los burgueses europeos con el fin de conocer y disfrutar otras culturas, resultaron de gran interés, tanto por el ambiente sensual y exótico que los rodea como por la novedad que suponían para la refinada – y un tanto envarada– nueva burguesía de la Europa neoclásica. Por ello, muchos pintores del momento, como Ingres o Morelli, reflejan también en algunas de sus obras escenas que transcurren en estos templos de la relajación cargados de exotismo oriental.
OBSERVACIÓN MILIMÉTRICA
El autor, que tuvo una especial predilección por las escenas alegóricas, orientalistas y también de la vida campesina, refleja en esta pintura el momento de un masaje por parte de una nativa aparentemente africana a la que parece una mujer europea. El erotismo que conlleva que ambas aparezcan desnudas no resta elegancia al cuadro, ya que Debat-Ponsan es muy cuidadoso con la representación
de detalles y calidades. La delicadeza con la que la masajista trabaja con el brazo de la joven queda reflejada en la disposición relajada de esta, la cual se percibe en parte gracias a la posición de su mano izquierda, completamente distendida. Asimismo, apreciamos su cuidada observación de los detalles en las calidades de los objetos, como el reposacabezas, los mármoles, los metales o el arabesco de los azulejos de la estancia.